domingo, 1 de septiembre de 2013

LA ESPERANZA TAMBIÉN SE VENDE

¿Cuánto dura la esperanza en un alma desesperada?
¿Es la esperanza un bien renovable?
Parece ser que sí, pues de lo contrario nadie se explica la confianza que aún se tiene en gentuzas gentes que llevan mintiendo al pueblo ya cinco años.
Empezó esta crisis y se dijo que sería cuestión de dos años, no más. Si fue un error de cálculo, los que lo cometieron deberían estar despedidos y exiliados por inutilidad consumada. Si fue un movimiento dirigido a no alarmar a la población, los que lo ejecutaron deberían estar encerrados por vender falsas esperanzas.
Desde esa primera mentira -llamemos las cosas por su nombre-, llegaron oleadas de nuevas falsedades. Ganar unas elecciones lo valía todo. ¿Qué mejor posición que estar, en tiempos de flaqueza, en disposición del cucharón de repartir?
Mientras que políticos vendían promesas electorales que nunca habrían de cumplir, economistas y pensadores ponían sobre el tapete realidades económicas que o bien no se querían creer, o bien no tenían la repercusión mediática que tienen las mentiras, capaces de penetrar todos los muros y barreras del ser humano, esa criatura que desde los albores de la humanidad ha decidido estúpidamente que la fe y la esperanza son cualidades que ayudan a seguir adelante cuando las cosas se tuercen. Muchos prefieren creer mentiras y dormir por las noches que asimilar verdades y afrontar los malos tiempos.
La estrategia política cambió un poco desde entonces, motivada por el hecho de que la cruda realidad era ya incuestionable. Es el principio del ligue por internet: en primer lugar te vendes como la más guapa. Si la cosa va a más y llegas a la primera cita, no tienes más remedio que ocultar tu fealdad con kilos y kilos de maquillaje.
Y en este punto, en el del maquillaje, nos empezaron a llegar términos como "movilidad exterior" en alusión a la necesidad de nuestros jóvenes de emigrar por pura desesperación; "gravamen adicional" cuando nos subieron el IVA; "desaceleración transitoria" en relación a la caída en picado de nuestra economía; "devaluación competitiva de los salarios" para designar que nos iban a bajar los sueldos; "préstamo en condiciones muy favorables" refiriéndose a un rescate; "medidas excepcionales para incentivar la tributación de rentas no declaradas", cuando el ejectuvo de Rajoy aprobó la amnistía fiscal que él mismo tanto había criticado cuando estuvo en la oposición. No nos olvidemos de los "procedimientos de ejecución hipotecaria" que en castellano de toda la vida se pueden simplificar como desahucios (o incluso, ya que estamos con perífrasis, los podríamos traducir como "negación al derecho recogido en nuestra Constitución a tener una vivienda digna"), ni tampoco de las "reformas estructurales necesarias", que venían a decir que nos ibamos a cagar con los recortes y que aquí no iba a trabajar ni Dios hasta el 2018 como mínimo.
Uno de los eufemismos que más me gustan es el de "crecimiento económico negativo". Me parece de una genialidad absoluta. Crecer negativamente es decrecer. Si yo fuera de la oposición, utilizaría en tiempos de bonanza la expresión "decreciento económico positivo". Donde las dan las toman, señor presidente.
Ahora estamos en esa fase de la que ya hablaran nuestros gobernantes años atrás, la de los "brotes verdes". Si bien es verdad que la prima de riesgo está en niveles simplemente soportables, algo que por ahora evita que necesitemos un rescate para financiarnos, yo sería prudente a la hora de afirmar -tal y como afirma nuestro ejecutivo- que estamos saliendo de la crisis.
Otros países sí que están saliendo de la crisis, y eso puede que nos dé un respiro, pero que nadie se engañe. El paro está un 2% más alto que el año pasado, y no hay previsiones de bajada significativa. El PIB también es inferior al del año pasado y la deuda pública sigue creciendo en el 2013, aunque con la bajada de los tipos de interés en las últimas subastas de deuda se prevé que baje sensiblemente en los próximos dos años.
En definitiva, nos dicen que la crisis está llegando a su fin, pero la percepción de la realidad es que los precios suben mientras el poder adquisitivo sigue mermando. Lo diré clarito y, no pudiéndolo decir más alto, lo diré en mayúsculas: LOS ESPAÑOLES DE A PIE SOMOS CADA DÍA MÁS POBRES.
Y mientras tanto, nos venden esperanza. Rajoy tiene la osadía de decirnos que el año que viene anunciará una bajada de impuestos. Casi, casi como una promesa electoral. Palabras sin hechos. Ciertamente es una desfachatez pedirnos más crédito a los españoles. Crédito espiritual, quiero decir. El crédito material se agotó mucho tiempo atrás.
Es una gran inversión. El mejor de los negocios. Vender cosas que no requieren materia prima ni gastos en elaboración. Yo te leo la mano y tú me das veinte euros. Yo te dejo utilizar el sol y tú me pagas un impuesto.
Yo te vendo esperanza para que tú me sigas permitiendo ser el que parte y reparte.