jueves, 19 de noviembre de 2009

¿Estoy cabezabajo?

Ya he manifestado antes mi asco público y notorio a la tele. Aún así, tengo que reconocer que cambio de canal unas 800 veces al día, casi siempre mientras como, con la inútil pretensión de encontrar algo que me enganche. Zapeando por ahí me encontré con un programa de sobremesa en el que simulaban un juicio (formato nada original, dicho sea de paso) en el que presentaban a la demandante como una profesora de matemáticas (suficiente como para llamarme la atención) a la que habían echado de un colegio privado.
No sé si los que van son actores o no.
No lo voy a cuestionar.
Lo que sí voy a cuestionar son los hechos en sí. El programa en sí. El supuesto juez en sí. La actitud del público invitado en sí.
El programa se puede ver en la página de telecinco, pero en esencia resumiré que a la profesora la habían expulsado porque un alumno le había robado el móvil del bolso y había difundido a placer un video guarrillo que la pobre mujer había protagonizado en privado con su marido (ni siquiera su amante, ni la personalidad importante de turno).
La mujer demandaba o bien que la readmitieran, o bien que la indemnizaran con 18000 euros, una disyuntiva que creo lógica y razonable.
Por otro lado, en defensa del colegio (no sé si lo he dicho, pero era privado y ultraconservador..., no diré más) alegaba el propio director que había sido expulsada por motivos éticos y porque la actitud de la profesora era indigna de un centro como aquel.
Uf.
Para mí, una de estas cosas que claman al cielo. Pensé, iluso de mí, que el juez se iba a comer al director y le iba a ordenar, como mínimo, que se quitara los cilicios, que ya no estaban de moda.
El juez se fue a meditar (que creo que en vez de eso fue a cambiar de cadena, de aburrido que era todo), y mientras volvía y no, el público empezó a discutir con toda suerte de borreguismo opinando burradas como que la profesora tenía que pagar por sus actos pecaminosos.
Tras diez largos y tediosos minutos de subnormalitos retrógrados opinando (por suerte, algunos no eran tan subnormalitos y opinaban decentemente, condenando al autor de la fechoría), sale el señor juez en plan serio, con cara de "no voy a derramar sangre porque no tengo un hacha a mano" y, para mi sorpresa, lanza un joyita como esta:
-No se puede quedar impune un acto como el del alumno que ha robado, pues en el artículo bla bla bla queda específicado que bla bla bla delito bla bla bla pena. Por ello, impongo al colegio la siguiente sanción: O castiga severamente al autor de los hechos, al niño que ha robado el móvil y difundido las imágenes, o indemniza a la profesora con 18000 euros. El colegio elegirá la sanción.
¡UNA DISYUNTIVA!
¡QUÉ MIERDA DE SENTIDO TIENE AQUÍ UNA DISYUNTIVA!
Es como si el director de mi colegio me echa porque le caigo mal. Acto y seguido lo denuncio y el juez decreta que o bien me readmiten por despido improcedente, o bien castigan al director a sufrir 40 golpes con un látigo de siete colas. Que elijan. ¿Para qué me sirve a mí que le den golpes si yo me quedo en la calle?
O yo estoy mal o la sentencia debería haber sido con un "Y". "Castiga al niño y paga a esta pobre mujer porque la habéis echado por hacer cosas normalitas en su casa con su marido. Que ella muera o no de vergüenza por saber que todos la han visto en bolas es ya su problema.
En serio, no tengo la más remota idea de si los que van a estos programas son actores o si las situaciones son reales, pero independientemente de todo, sea o no verdad, no nos pueden vender basura de este tipo ni sentencias carentes de toda lógica. No es un buen ejemplo para nadie.

Lo mejor de todo fue la cara de sádico del director, mientras decía al juez: ¡la tenía que haber visto usted en ese video, las cosas que hacía!
¿Seguro que no hiciste nada mientras veías las imágenes, picarón?
¡Ay, moral de bolsillo ésta que gastan los españolitos!

Voy a tener que poner un acertijo, que marean menos que todas estas negatividades.

viernes, 13 de noviembre de 2009

Y ahora la ley de calidad... otra vez


Mira que estoy protestón últimamente.
Creo que me estoy haciendo viejo.
Nos intentan colar una ley de calidad que hace más aguas que el Titanic. Por fortuna, no la imponen por la fuerza, que es lo próximo que va a pasar, sino que la someten a votación en los institutos.
Para el que no esté familiarizado, la dichosa ley consiste (grosso modo) en que entre todos los miembros que formamos parte de un centro escolar nos comprometamos a mejorar la calidad de la enseñanza.
Guau.
¡Qué idea tan maravillosa!
No sé cómo no se me ocurrió a mí antes.
Sólo hay un pero. No sé qué es eso de "mejorar la calidad de la enseñanza".
¿Tal vez mejorar los resultados de las pruebas de diagnóstico?
¿Tal vez avanzar en las estadísticas que nos ponen en la cola de Europa, en la cola de España y en la cola de cualquier cosa con la que nos comparen?
Según la dichosa ley, si conseguimos eso, recibiremos una gratificación económica.
Ehhhhhh. Eso tiene nombre. Lalalalallaralallalalará. Algunos lo llaman incentivo. Otros lo llamamos intento de... empieza por SO y termina por NO.
En resumen, si apruebo a más gente, cobro más. Si falto menos a clase, aunque tenga la gripe A, cobro más. Si convenzo a los padres para que vengan cuatro veces por trimestre en vez de dos (aunque no tenga nada nuevo que decirles), cobro más.
Aunque claro, si cobramos significará que tenemos la culpa de todos los males de la enseñanza, pues estaba en nuestra mano mejorar la enseñanza y sólo lo hemos hecho a cambio de dinero.
Para presionarnos y que aceptemos, nos aprietan con medidas discriminatorias incluso para el alumnado, como esa en la que dicen que ampliarán la plantilla de profesores en aquellos centros que acepten el plan.
Si aceptamos, obtenemos mejoras laborales.
Si aceptamos, obtenemos mejoras económicas.
El plan perfecto de no ser porque, señores, además de no ser tontos, SOMOS PROFESIONALES.
Cumplan lo que se les lleva tiempo demandando. Bajen la ratio en las aulas o aumenten el número de profesores. No desvíen más la atención de todos, culpándonos a nosotros, que somos los que peleamos todos los días con un sistema penoso. La calidad no se mejora rellenando informes. La calidad no se mejora aprobando a niños de manera gratuita para que los resultados sean mejores que los del año pasado.
Por eso y mucho más, aquí hemos votado que NO, igual que el año pasado, igual que el año anterior. No entiendo por qué insisten cada año en que votemos un plan al que nos negamos año tras año. No entiendo cuántas negativas necesitan para darse cuenta de que no queremos ni las condiciones ni el dinero.
Y si alguien vota que SI, que no me joda, es la pasta lo que le mueve. Sin pasta no habría votos positivos, pues nadie cree en semejante plan basura.
Cada uno que haga examen de conciencia.
Yo voto que NO, pero (y aquí me expongo a que mi amigo Paco me critique por hablar mal), a la mierda los del SI.

El lunes entraré en clase, y enseñaré, que es lo que me gusta hacer.

viernes, 6 de noviembre de 2009

¿Educación obligatoria hasta los 18?

Yo ya no sé a qué nos va a llevar esto de querer ser europeos (si resulta que al final nos van a sacar de Europa por todos estos años de especulación y mangoneo y la ruina a la que nos está llevando).
Ahora resulta que el señor ministro de Educación (supongo que por ello debería decir que mi jefe, lo cual me plantea eso de que no hay que morder la mano que te alimenta. ÑAM), sugiere que la escolarización obligatoria pase de los actuales 16 a 18.
Ay, señor, señor.
¿En qué se basa para decir esto? Pues en estadísticas, las mejores amigas de los mangoneadores y especuladores de corbata. Si las estadísticas dicen que Polonia tiene uno de los menores índices de abandonos tempranos de Europa, y si Polonia escolariza obligatoriamente hasta los 18, pues entonces parece (si eres de mente obtusa y cuadriculada) que escolarizar hasta tarde implica menos abandonos. Y aunque no lo parezca, pues te lo venden para que lo parezca.
Por ejemplo, si en el 25% de los accidentes de tráfico intervienen conductores bebidos, eso significa que el restante 75% de accidentes se produce con gente que no ha bebido, luego, lógicamente, será mejor beber que ir sobrio, pues el riesgo de accidente es menor.
Ay, señor, señor (y es la segunda vez que suspiro hoy).
Acabo de leer en un artículo del El País, que un tipo estadounidense, un tal P. Oreopoulos, (genio donde los haya) calcula que las tasas de abandono escolar caerán un 1,4%. Muy listo, señor Oreopoulos. Yo diría que las tasas de abandono escolar caerán un 100%. ¿O no estamos hablando de OBLIGATORIEDAD?
En definitiva, que si hoy en día te llegan padres y te dicen que te aguantes si sus hijos dan la lata en el instituto (te sueltan a la cara que si los obligamos a ir entonces tenemos que jodernos si dan por el culo), ya no sé qué van a decir cuando les protestes por la mala conducta de unos hijos que pueden tirarse más de cuatro años sin más oficio que buscar la forma de dar la lata ininterrumpidamente (porque de lo contrario, y es lógico, se aburren).
Ay, señor, señor (y ya empiezo a parecer repetitivo). Que al final la culpa de todo va a ser de los de siempre, de los profesores, que no sabemos motivar.
Señor don ministro, o don jefe, como quiera que lo llame... le contaré un secreto. No se me escapa el hecho de que de un plumazo van a desaparecer de las listas del paro multitud de jóvenes de entre 16 y 18 años (una edad con un grandísimo número de parados). Más adelante se les llenará la boca a sus jefes de partido al decir con orgullo que el paro ha bajado un 4,2% o un 8,4% en este año.
Le haré una sugerencia. Obligue a estudiar hasta los 60, y entonces conceda jubilaciones anticipadas. Alcanzaríamos tasas de paro del 0%, seguramente las mejores de Europa. Si lo ve demasiado extremo, cambie el 60 por un 40, que creo que de esa forma habría trabajo para todos. Luego se verá cómo resolver el tema económico. Lo importante son los números, ¿no?

Malditos los que utilizan la estadística de forma tendenciosa.

Palabra de licenciado en estadística.