jueves, 15 de julio de 2010

LA INUTILIDAD DE LAS ADMINISTRACIONES: MÁS HISTORIAS DE OPOSICIONES

Alucino cada vez más con la inutilidad de algunos, la terquedad de otros, y la falta de razonamiento del mundo en general. Ya que estamos con el tema de oposiciones a secundaria, y dejando de lado probabilidades, voy a reflexionar un poco en voz alta acerca de cómo funcionan éstas, y para ello quiero partir de tres conceptos principales y claves en mi reflexión:
A) PRUEBAS: Se trata de una serie de exámenes mediante los cuales se pretende saber quién es el mejor, el más apto o yo qué sé, para desempeñar la función específica. 
Esta parte sería la misma de siempre si a alguna mente brillante no se le hubiera ocurrido la feliz ocurrencia de eliminar la prueba práctica.
¿Sabéis lo que esto significa? Que si un daltónico como yo decide estudiarse dos temas históricos del temario de educación artística, y si además dicho daltónico tiene la suerte de que le caiga (algo con cierta probabilidad, aunque dije que no hablaría de ello), y luego defiende bien una estúpida programación genérica, puede acabar metido de lleno en la enseñanza como profe de dibujo. 
¡Ole ahí!
Las pruebas valen un 60% de la nota total, con lo cual ser el mejor en todo esto no te garantiza nada.
B) MÉRITOS: Es una excusa de la administración para hacer un poco lo que le venga en gana, y sobre todo, una excusa para colocar a los viejos interinos, ya sean o no las personas más ineptas del planeta. Pero claro, en un país picaresco como España, hasta el más tonto se va a buscar las triquiñuelas para sacar méritos de donde no los hay. Lógico que aparezcan miles de nuevas editoriales que hacen el agosto a costa de publicar articuluchos a los opositores. Lógico que hasta los sindicatos se apunten a la moda de ofrecer cursos de mierda carentes de interés a cambio de subvenciones y pequeños pagos. Y lógico que después de esto empiece la caza de brujas.
Lo que ya no es tan lógico es que alguien que haya hecho un puñado de cursos inservibles pueda tener en el apartado de formación la misma puntuación que otra persona que tenga tres licenciaturas y dos títulos de la escuela de idiomas. ¡Que alguien me explique eso, por favor!
Tampoco es lógico que según la convocatoria de oposiciones todos los planes y proyectos cuenten como mérito, supliendo así a la gente que realmente tiene artículos y publicaciones de interés, y que además desde Delegación determinen a última hora que unos planes cuenten y otros no. ¡Joder, si hacéis eso, que no os extrañe luego que haya una avalancha de reclamaciones! ¡Si es que sois lerdos! ¿Nadie os habló del principio de causa-efecto?
Y aquí es donde entra el factor humano, ese que tantas alegrías me da al cabo del día porque no deja de sorprenderme y evita que esta mi cabecita inquieta se aburra demasiado. Le pregunto a un empleado/a de Delegación que por qué no cuentan unos planes, y me dice que son órdenes de arriba, pero que no me preocupe, que no se los han valorado a nadie.
Clap-clap-clap. Palmas. 
Se me ocurre replicarle que si yo tuviera una minusvalía y a algún genio se le ocurriera no valorarla, ¿me diría que no me preocupara porque no nos la habrían valorado a ningún minusválido? Al final decido que tanta agudeza podría saturarlo/a y prefiero callar.
Total, que ahí tenemos a todos los pobres interinos hartitos de apuntarse a todo proyecto y plan que se le ponga a tiro, para que luego no tengan los santos cojones de valorarlos.
Y que no se me olvide decir que los méritos cuentan un 40% del total de la nota de oposición, y que de este 40, todos aquellos que hayan trabajado al menos diez años tienen garantizados un ¡28% DE LA NOTA FINAL!
Ay, Estado de de Derecho e Igualdad, ¿en qué momento te perdimos de vista?
C) TRIBUNALES (Dios-me-libre-de-formar-parte-de-uno): Pobres diablos que echan una media de doce horas diarias, obligados a soportar las tediosas programaciones de los opositores (que, pobrecitos ellos, tienen que hacer -o copiar- y luego defender). Están ahí para corregir las pruebas y luego quedarse con cara de tontos al ver que casi nada de lo que han hecho sirve de mucho, pues magníficos opositores con notas altas se van a quedar fuera, eclipsados por mediocres opositores que tal vez incluso no valgan para esta profesión.
Y me pregunto entonces, ¿para qué tener tribunales si ellos no deciden?
Supongo que por lo de siempre: para distraer la atención. Para hacer creer que existe un sistema, que todo es justo, que todos tienen las mismas oportunidades.
Como colofón a todo esto, para la gente que lleva un tiempo trabajando se ha ideado un nuevo recurso conocido como "el informe", algo que escapa también del control del tribunal y que puede valer hasta un 30% de la nota de las pruebas.
¿PARA QUÉ COÑO HAY TRIBUNALES, JODER?
¿PARA QUÉ COJONES TANTO PAPELEO?
Es necesario detenerse un tanto, subirse a una colina y mirar un poco esto con cierta perspectiva. Señores de arriba que tanto creen que saben y no hacen más que cagarla con su falso progresismo, sus portátiles de mierda y sus ROC. Tanta cutrería pone de los nervios a empleados de Delegación, tribunales, opositores, amigos de opositores, amigos de tribunales y amigos de empleados.
Ustedes sigan poniéndonos a todos de los nervios, que yo les replicaré a lo Bruce Banner: no querrán ustedes vernos enfadados, ¿verdad?

3 comentarios:

MOI dijo...

Presentate mejor a ministro, la mitad de los politicos que promueve Zapatero no tiene estudios

Manuel Amaro dijo...

Moi... yo ya estoy dentro del sistema, querido amigo. Por fortuna, no he tenido que presentarme a oposición alguna, lo cual no quita que me percate de toda la imbecilidad que pulula por ahí.
Un abrazo.
¿Cuándo vamos a celebrar ese premio caracolero?

irene dijo...

Menuda pamema lo de las oposiciones, cada vez me parecen más inútiles, una tapadera para seguir haciendo, todavía, lo que les da la gana a los que manejan el cotarro, y para más inri, a veces hay una entrevista final en la que alguien, que no sabe de qué va la cosa en la mayoría de los casos, juzga y puntúa al pobre opositor-sufridor, una verdadera pena tanta injusticia.
Un beso, Manuel.