Soberbio, en todos los sentidos.
Un brutal y bien conseguido guión de David Lapham aderezado con maestría por los oscuros, siniestros y recargados dibujos de Raúlo Cáceres hacen de este número un ejemplar imprescindible para cualquier comiteca que se precie.
Tengo que reconocer que empecé a leerlo con cierto escepticismo provocado por varios factores. En primer lugar no estaba muy convencido de captar toda la esencia de la serie, ya que no me había leído los números anteriores. En segundo lugar, últimamente todo lo que me había llegado a las manos con temática zombi o similar había resultado ser basura. Partiendo de estos dos condicionantes, toda la lectura resultó ser una agradable (por decirlo de alguna manera, ya que el contenido se puede calificar de todo menos así) sorpresa. Ni eran necesarios los primeros números, pues cada tomo es independiente y lo poco que necesitas conocer del universo Crossed se intuye rápidamente, ni el guión cae en los tópicos facilones del género.
En general, sí que cabe decir que no es un cómic de zombis convencional. Las criaturas que pueblan Crossed están infectadas y han convertido el mundo en un solar con escasos supervivientes humanos, pero no son criaturas lentas y descerebradas, sino seres violentos, sádicos, sedientos de sexo y sangre, inmunes al dolor y sin ningún tipo de principio moral. Matan, violan, destripan humanos, y si no los encuentran lo hacen con sus propios congéneres.
Todo este alarde de violencia y brutalidad se ajusta como anillo al dedo al sublime dibujante Raúlo Cáceres, que hace un trabajo supremo -me atrevería a decir que imprescindible- con unos dibujos trabajados, recargados, oscuros, barrocos, que consiguen que el lector termine de leer una página y se detenga segundos, incluso minutos, a admirar los detalles de las composiciones realizadas.
Si no eres de estómago delicado y te gustan las experiencias fuertes, no hay duda de que esta entretenida y bien contada historia engrandecida por la inspiración y buen oficio de Raúlo Cáceres va a hacer que pases un par de tardes estupendas.
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