
si un tiempo fuertes, ya desmoronados,
de la carrera de la edad cansados,
por quien caduca ya su valentía.
Salíme al campo, vi que el sol bebía
los arroyos del hielo desatados,
y del monte quejosos los ganados,
que con sombras hurtó su luz al día.
Entré en mi casa; vi que, amancillada,
de anciana habitación era despojos;
mi báculo más corvo y menos fuerte.
Vencida de la edad sentí mi espada,
y no hallé cosa en que poner los ojos
que no fuese recuerdo de la muerte.
Francisco de Quevedo
7 comentarios:
¡Vaya susto con la foto!, el poema es muy bonito, aunque el tema sea la muerte.
Un abrazo.
Irene: Quevedo sabe hacer que la muerte parezca noble y bella.
Sí? La muerte,
noble y bella....
me gustan esas dos palabras juntas...
ojalá algún dia las pueda asociar también a la muerte.
besos
Patricia: no es necesario darle calificativos a la muerte. Algún día sucederá y ya está. Es un acto de fe querer pensar en que es noble y bella. Como diría nuestro amigo común Pedro J., se trata de una elección.
Un abrazo!
Amigo Amaro:
BURLA DE LOS ERUDITOS DE EMBELECO,
QUE ENAMORAN A FEAS CULTAS
Muy discretas y muy feas,
mala cara y buen lenguaje,
pidan cátedra y no coche,
tengan oyente y no amante.
No las den sino atención,
por más que pidan y parlen,
y las joyas y el dinero,
para las tontas se guarde.
Al que sabia y fea busca,
el Señor se la depare:
a malos conceptos muera,
malos equívocos pase.
Aunque a su lado la tenga,
y aunque más favor alcance,
un catedrático goza,
y a Pitágoras en carnes.
Muy docta lujuria tiene,
muy sabios pecados hace,
gran cosa será de ver
cuando a Platón requebrare.
En vez de una cara hermosa,
una noche, y una tarde,
¿qué gustos darán a un hombre
dos cláusulas elegantes?
¿Qué gracia puede tener
mujer con fondos de fraile,
que de sermones y chismes,
sus razonamientos hace?
Quien deja lindas por necias,
y busca feas que hablen,
por sabias, como las zorras,
por simples deje las aves.
Filósofos amarillos
con barbas de colegiales,
o duende dama pretenda,
que se escuche, no ose halle.
Échese luego a dormir
entre bártulos y abades,
y amanecerá abrazado
de Zenón y de Cleantes.
Que yo para mi traer,
en tanto que argumentaren
los cultos con sus arpías,
algo buscaré que palpe.
F. De Quevedo
Pedro: jajaja, me quedo con el último párrafo. Este Quevedo tenía guasa. "Que yo para mi traer,
en tanto que argumentaren
los cultos con sus arpías,
algo buscaré que palpe."
Pues nada, a palpar.
la poesía muy bonita
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