Bestial, sublime, perturbadora, desasosegante y difícil de leer. Por el momento son las únicas palabras con las que podría calificar esta increíble novela de A. Burgess. Si nunca hubiésemos oído hablar de este libro, el punto de partida tan arriesgado del autor bien podría provocar más de un abandono prematuro motivado por el difícil lenguaje propio (el nadsat, una especie de jerga adolescente callejera) que se alterna con el idioma convencional. En las nuevas ediciones se incluye al final del libro un glosario para facilitar dicha adaptación, aunque el propio autor siempre ha afirmado que él escribió el texto de tal manera que el lector fuese aprendiendo el nadsat de manera natural.
Una novela de contrastes, en la que el protagonista es un líder adolescente psicópata y ultraviolento, amante de la música clásica y en particular de Beethoven, Mozart, Mendelsson y Bach (en la película sólo hacen hincapié en Beethoven).
No pasó desapercibida tanta violencia no gratuita para el inspirado S. Kubrick, quien poco después de la publicación del libro dirigió una cinta que, para mi gusto, debe figurar en cualquier videoteca que se precie.
Eso sí, hace escasas semanas volví a ver la película después de más de veinte años, y reconozco que me quedé un tanto pillado con el final. ¡No lo recordaba así! Investigando un poco, busqué el libro en mi modesta biblioteca y encontré la respuesta:
Burgess, a quien habían diagnosticado un tumor cerebral terminal cuando aún no había hecho nada importante, empezó a escribir como un loco con la noble pretensión de que algo de lo que hiciera pudiera ser explotado por su esposa después de su muerte. Dos años después, la noticia de su tumor resultó ser falsa (por un lado, menudo notición. Por el otro, entiendo que se sintiera con ganas de tolchocar a todo Dios), y él había escrito algunas obras importantes, entre ellas The Clockwork Orange, que constaba de 21 capítulos.
Por estas cosas que nos pasan a los escritores muertos de hambre (que nos lo tragamos todo), el libro gustó a su editor americano (Burgess, que por aquel entonces era un don nadie, era británico), pero le dijo que sobraba el último capítulo, de modo que en EEUU sólo se publicaron 20 capítulos. Al poco, el libro también fue aceptado en el Reino Unido, aunque en su versión completa. Todas las copias que han llegado a Europa se han traducido de la versión británica, de modo que por suerte yo tengo la versión original y extendida del libro. Kubrick, como americano que era, terminó su obra con la misma frase con la que Burgess termina su capítulo 20.
No me enredo más. Un libro imprescindible y una película genial. Ah, fantástica la música y fantástico el papel de Malcolm McDowel.
2 comentarios:
No es difícil de leer, es muy muy difícil de leer. No es un libro que YO recomendaría. Y la película será de culto pero tampoco me ha gustado. Se ve hermanito que no en este caso no tenemos los mismos gustos!!!
Jajaja, yo me quedo con ésta, y tú con misión imposible 4. ¡Todos contentos!
El libro no es tan difícil una vez has superado las primeras treinta o cuarenta páginas. Después, te lo aseguro, vale la pena.
Publicar un comentario