-El señor Faisal Beinit, supongo –dijo el hombre.
Me suelen gustar las visitas de vendedores a mi casa cuando no tengo nada que hacer. Me encanta seguirles la corriente, hacerles ver que estoy interesado no en uno sino en más productos. Observar su emoción contenida cuando les auguro buenas ventas, sus persistentes intentos de dejar documentos firmados antes de salir de casa. Entonces, después de tenerlos allí toda la tarde, miro el reloj y me sorprendo de lo tarde que es. Los invito a salir con fingida premura, ellos insisten en que dejemos algo medio cerrado porque se trata de una oferta única. Les digo que acostumbro a leer todo el contrato antes de firmar y carezco de tiempo, que me llamen al día siguiente para concretar otra cita, y ellos se marchan un tanto mosqueados aunque con su mejor sonrisa. Antes del mediodía siguiente ya te han llamado los muy canallas, no sea que te mueras, y es entonces cuando, con supuesta amabilidad, les digo que ya no me interesa y que no vuelvan a molestarme. Todo aquel pequeño ritual me produce un placer exquisito.
-Todos me llaman Sal. ¿Quién me busca? –por un instante pensé que no parecían vendedores porque, aunque se mostraban corteses y educados, no sonreían.
-Tenemos una oferta para usted que no podrá rechazar. Si nos permite pasar...
Les miré a los ojos y me hice a un lado con poca convicción. Seguía pensando que no tenían aspecto de vendedores, aunque hubieran hablado de una oferta. Cuando pasaron por mi lado me recorrió un escalofrío por todo el cuerpo y sentí ganas de llorar. Joder, no había tenido ganas de llorar desde que era un crío.
Recorrieron mi casa como si la conocieran desde siempre. Con paso seguro, se dirigieron al salón y tomaron asiento en el sofá biplaza. Ella, una mujer con el pelo rojo fuego cortado a cacerola que escondía su belleza bajo aquel insulso conjunto gris de corte elegante aunque recatado, cruzó las piernas y se reclinó hacia atrás adoptando una postura cómoda. En cambio, el hombre se sentó en el filo, serio y erguido, y con un gesto osado aunque cortés me invitó a tomar asiento a la vez que me ofrecía un puro.
-Deduzco que fuma usted. Está todo lleno de ceniceros y la casa huele a humo –yo asentí con la cabeza, completamente aturdido sin saber por qué.
-No suelo fumar puros –acabé balbuceando.
-Éste le gustará. Cosecha especial del conocido de un conocido. Me han asegurado que hubo derramamiento de sangre mientras se recolectaban estas hojas. Se puede saborear un ligero gusto salado en el cielo del paladar –el hombre acarició el cigarro mientras esbozaba su primera media sonrisa.
-No sé de qué me habla –repuse mientras daba un bocado a un extremo y encendía por el otro.
-Fume y lo sabrá.
Sentí un placer inconmensurable con la primera calada. Cerré los ojos para percibir mejor aquella exquisita sensación inexplicable que recorría todo mi cuerpo y conseguía que recuperase el dominio sobre mí mismo.
-Veo que es de su agrado –dijo el hombre tras encender el suyo.
-Lo es –repuse extasiado-. Necesito saber dónde los consigue.
-En otro momento. Ese no es el motivo de nuestra visita, señor Beinit.
Desvié mi mirada a la pelirroja, quien me miraba con rostro impertérrito sin proferir palabra. Sentí como empezaba a encenderse en mí la llama del deseo. Deseaba poseerla, deseaba castigarla, deseaba matarla muy despacito. Tuve que dar un par de profundas caladas para salir del trance y volver a la conversación.
-¿Qué tienen ustedes que ofrecerme, pues?
-Le ofrecemos la suerte, señor Beinit –respondió el hombre de gris sin desviar su mirada de la mía.
-¿Qué tipo de suerte? –pregunté algo incrédulo.
-Suerte. Sin más.
-No me hace falta. Tengo toda la suerte que necesito.
(continuará...) Yo en este momento no querría estar al lado del Sr. Beinit.
Otra cosa... ¿dónde están los chicos?
10 comentarios:
oye! no se vale, dejaste bien poquito, para esto me esperè toda una noche?...venga, quiero màsssss! apenas estaba calentando motores...
ojitos cariñosos de niña desamparada : plissssssssssss....
pero tan luego la otra parte????....aunque yo me lo leí sin pestañar jejeje.
Gracias por avisarme que...
PEDRO HA VUELTO!!!!!!!!!
justo aun no habia ido a visitarlo en mi visita diaria...en realidad a nadie....estoy como atrasada....no se me consumí.......
besos
EL TIPO ESTE ES UN POCO CABRON NO?.
AMAROOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO
PUBLICA OTRA ENTRADA HOY MISMO
SALUDOS
ME PUEDE DECIR USTED DONDE PUEDO COMPRAR EL LIBRO DE FOBOS.
EN LA CASA DEL LIBRO NO LO ENCUNETRO.
SALUDOS
She... es que si dejo más no me lee nadie.
Patricia... de nada! ¿Qué te pasa, que te consumes?
La Tiatan... que no, Tiatan, que no es cabrón. Que sólo es un producto de la sociedad. Que al final acabará siendo bueno y haciendo obras de caridad en asilos de la junta de andalucía.
La primera edición del libro se agotó. Lo siento. Si todo sigue bien, Editorial Mandrágora lo reeditará a final de año, y lo podrás encontrar en casadellibro.com
Te avisaré, vale? Gracias por el interés.
JAJAJAJJAJAJJAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA
MALDITOOOOO ME ENCANTA
ME ENCANTA...SIGO SUBIENDO
MACABRO Y COCHINO SIIII
JAJAJAJAJJAJAAJJAJAJJAJAJAJA
ES MARAVILLOSO
APOSTAR Y GANAR !!!!!!!
BESOS
FOBICOS
KLAU
cuantas partes va a tener?
Tú si que eres canalla y sádico Sal, ¡pobres vendedores!, hacerles perder el tiempo y crearles falsas espectativas, para luego, nada. Malo, malísimo. Espero que tomes de tu propia medicina.
Manuel para ti, un beso.
Unos días desenganchada y ahora me encuentro con toda la saga. Bueno, seguiré por donde lo dejé y poco a poco me pondré al día.
En cuanto al relato, me encanta este hombre!!!!!!!!! Lo de los vendedores es buenísimo, creo que lo utilizaré la próxima vez que venga uno a darme el coñazo, je.
Y la pareja ¿de donde ha salido? ¿qué hacen y qué quieren? Uissssss, que intriga, voy a por el siguiente, al final hoy ni como ni vuelvo al trabajo.
Pues, pa qué quiere suerte si ya al tiene.
jajaja, me encanta este tipo!
besos
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