"Me desperté con náuseas en un lugar pequeño, frío y oscuro. Me dolía todo el cuerpo y en particular la cabeza, en donde alguien debía de haberme golpeado con la furia de un titán. Sin entender muy bien por qué, y a juzgar por aquel vaivén que de cuando en cuando hacía que me sacudiera contra las duras chapas, supe que me encontraba en el maletero de un vehículo. Tomé una bocanada de aire rancio antes de moverme con torpeza hasta adoptar una postura menos incómoda. Aquel coche, bastante grande a razón del maletero, desprendía un olor acre, a fumador, a sudor, a piezas de caza. Por un momento creí reconocer aquel olor, pero me encontraba demasiado aturdido como para enlazar nada en mi mente. Aguzaba el oído para escuchar cualquier cosa reveladora de mi situación cuando percibí que el vehículo ralentizaba la marcha y se detenía con una maniobra violenta. Alguien se apeó con un fuerte portazo mientras mi corazón empezaba a palpitar con violencia. Pude escuchar sus pasos acercándose hacia mí, una tos ronca, un escupitajo contra el suelo, un mechero que probablemente estaría encendiendo un cigarrillo, una llave que jugueteaba con la cerradura. Entonces, de repente, un fuerte resplandor me cegó por completo. Acostumbrado a la penumbra, el sol del crepúsculo hizo que entornara los ojos y ladeara la cabeza. (...)
-Baja, antes de que me arrepienta y te meta un tiro -se limitó a susurrar más para sí mismo que para mí.
Yo, aunque soy bastante corto y a veces no comprendo muy bien lo que se me dice, entendía perfectamente lo que significaba la palabra "baja", así como también entendía que semejante tono de voz no me iba a permitir hacerme el gracioso dentro de aquel maletero, de modo que, ignorando la fuerte punzada que emitía mi cabeza, bajé un tanto desorientado del maletero y permanecí inmóvil y cabizbajo junto al coche, sin atreverme siquiera a respirar..."
Así comienza este increíble viaje de regreso a casa. Escribí esta historia en septiembre del 2006, lo cual la convierte en uno de mis últimos escritos (ya hablaré otro día de lo próximo que pienso parir). Me basé en una idea original que tuvo a bien contarme mi amiga Marisa (gracias), y después de darle vueltas y vueltas, por fin un día soñé en cómo darle un enfoque lo suficientemente adecuado como para no decepcionar la brillante idea que me habían prestado.
Aquellos que conozcan la obra de Homero, encontrarán unos cuantos guiños a la Odisea, tales como el propio título (Ítaca es la patria de Ulises), el viaje de vuelta al hogar, los cantos de sirenas, el cuidador de cerdos Sise (por Cirse, que convirtió en cerdos la tripulación de Ulises) o el malvado tuerto Poli. Aunque es de justicia decir que el relato tiene sentido sin necesidad de conocer todo esto.
Si habéis leído esta historia, por favor, sed prudentes y no reveléis más de la cuenta (ya sabéis a qué me refiero). Dejad que otros disfruten de "Ítaca". No soy vanidoso si digo que esta historia es tal vez la que mejores críticas sigue recibiendo.
Al final, incluso puede que lo crea.