jueves, 20 de marzo de 2014

HISTORIA DE UNA PIRULETA

Muchas alegrías se perdió el que inventó ese dicho de "los regalos no se regalan". 
Paseaba yo tranquilo por el patio del instituto durante el día de San Valentín, ojeando los mercadillos de artesanía que algunos alumnos habían preparado en sus respectivas cooperativas escolares, cuando una niña de 1º de la ESO me detuvo y, con la timidez característica de los cándidos alumnos que aún no se avergüenzan de sentirse como niños, me ofreció una piruleta con forma de corazón y un "I love you" impreso. 
 -Para usted, profesor.
Apenas me dio tiempo de darle las gracias con una sonrisilla antes de que la pobre se hubiera esfumado.
No siendo yo una persona excesivamente golosa, y valorando más el detalle que el dulce elemento, regresé a la sala de profesores enseñando mi piruleta a todo aquel que se cruzaba en mi camino, y la guardé en mi maletín dejándola a la espera de que un día me apeteciera comérmela.
Me habían alegrado el día con diez céntimos.

Mes y medio después, encontrándome en la sala de profesores durante una guardia, Ana, mi compañera de fatigas docentes, relataba con amargura todos los problemas que se estaba encontrando en su labor como tutora del que quizás sea el peor grupo de la ESO que ha tenido el instituto en mucho tiempo. Comentaba, con toda la razón del mundo, que su carga administrativa la absorbía por completo, que se pasaba el día con informes, partes, faltas, protocolos de absentismo, protocolos de expulsión y otros largos etcéteras que la Administración tiene a bien remunerar con la friolera de unos 25 euros mensuales (o sea, 6 euros semanales... menos de 1 euro diario). 
Relatando su caminar por el desierto, su voz empezó a quebrarse, y entonces me acordé de la piruleta. La saqué de la mochila, me levanté, se la puse delante y le arreé un besito en la frente. Me aparté de ella y contemplé que los diez céntimos habían vuelto a obrar el milagro: sonrió, tragó saliva, y dijo que con qué poco se la contentaba a ella.
Seguimos charlando durante un buen rato, en un tono mucho más distendido y relajado, cuando llegó nuestra compañera Inma con su pequeño de dos (o tres) años. Cuando un profesor acude a clase con su niño pequeño, es que el niño está enfermo. Y la verdad es que el pobre tenía mala carita, todo serio y cortadito.
Entonces, sin que yo ni siquiera hubiera pensado en ello, mi compañera Ana se levantó con su piruleta en la mano, me miró, me dijo un simple: "¿Te importa si...?", yo negué con la cabeza, intuyendo sus intenciones, y le ofreció la piruleta al chiquillo, quien la cogió de inmediato y sonrió olvidándose por un rato de que estaba malito.
Nunca me sentí más orgulloso de que regalaran algo que yo había regalado.
Me consta que la vida útil de la piruleta llegó a su fin en ese momento. Nada supe de ella antes de que llegara a mis manos, pero no descarto que la alumna que me la regaló a su vez la hubiera recibido de alguien.
Una simple piruleta y tanto buenos gestos detrás de ella. 
Poco o muchísimo, según se mire.

miércoles, 12 de marzo de 2014

A MIS BUENOS PROFESORES

Esta semana he recibido con pesar la noticia del fallecimiento de D. Carlos Benítez, gran persona y gran profesor que no solo me enseñó Análisis Matemático en primero de carrera sino que me hizo cómplice de una peculiar filosofía que iba más allá de lo estrictamente numérico y algebraico. Recuerdo que un día acudí a su despacho con un problema con el que llevaba una semana peleándome, y después de escuchar mis razonamientos y mis hipótesis sonrió y me dijo:
 -Gracias a este problema dominas este, este y este teorema, además de otros tantos que ni siquiera hemos visto en clase y te has mirado por tu cuenta. Un problema que no sale nos enseña cosas nuevas, y deja de enseñarnos justo en el momento en el que logramos resolverlo. 
Y dicho esto volvió a sus locos apuntes, y me dejó un tanto mosqueado porque no había resuelto mis dudas ni parecía con intención de hacerlo.
De mis buenos profesores he aprendido que el sentido del humor no está reñido con la docencia, que un chascarrillo o un chiste de vez en cuando puede captar más la atención que un sermón. De mi queridísimo y también fallecido Don Gabriel Escribano aprendí que los alumnos también enseñan, y que la relación profesor-alumno no debía ser unidireccional. El gran J.A. Navarro me enseñó a trabajar día a día, y a que ser competente conlleva ineludiblemente a ser admirado. Y la admiración trae consigo motivación. Las excentricidades puntuales de J.A.Oyola, quien a la postre se convirtió en un buen amigo, me enseñaron que el profesor podía ser alguien cercano sin renunciar a lo estrictamente académico.
Mis buenas señoritas Sita y Lili me inculcaron la pasión por la literatura, la escritura y la música.
A todos ellos les debo mucho de lo que ahora soy. A ellos, y al sentido crítico que siempre me ha llevado a analizar los comportamientos inadecuados de los muchos profesores nefastos que también he tenido. Maestros que no permitían preguntar dudas, maestros soberbios que se burlaban de tus bloqueos o ignorancia, maestros que se han negado a atenderte, que no han considerado circunstancias personales. Maestros que han ido a trabajar pensando más en el sueldo a final de mes que en el legado que van a dejar. De todos ellos he aprendido. 
De unos, aprendí cómo quería ser. De los otros, los vicios que no debía adquirir.
A todos mis buenos profesores, gracias. Me enseñásteis a matar dragones, y os garantizo que vuestro legado será extendido al menos durante una generación más.


jueves, 6 de marzo de 2014

LA BANCA MIENTE. TODOS MIENTEN.

Yo tenía una cláusula suelo.
Más o menos era como el timo de las preferentes, pero en vez de robar todo de golpe te quitaban el dinero poquito a poco, mes a mes, haciéndote sentir estúpido y desvalido.
Llevo tiempo con la clara convicción de que en este país todo vale si se está en la posición adecuada. Sólo hay reinas y peones. Desde tiempos de Tony Leblanc, lo único que ha cambiado es el perfil del timador y el trato que a este se le da. Ahora llevan corbata, dirigen grandes empresas, ostentan u ostentaban elevados cargos políticos. 
Si el timo está legitimado por la ley, no es timo, según dicen. ¿O sí? Esto me hace replantearme el concepto de ley. ¿Qué es la ley? ¿Quién la dicta? ¿En qué términos? Tal vez nuestra ley sea la misma que llevó a Javert a contradecirse tanto a sí mismo que acabara desquiciado ante su propia incoherencia. Tal vez deberíamos ser un poco Rorschach y ser conscientes de que las leyes están tan podridas como aquellos que las escriben, y actuar en consecuencia.
Difícil dilema en un estado de derecho como el nuestro. Creer o no creer.
¿Es esta crisis, que ya tanto dura en nuestro país, un timo a escala macroeconómica, o lo que es lo mismo, un timo a toda la población?
Acudamos al diccionario y veamos qué significa exactamente timar. Según la RAE, timar es:
1. tr. Quitar o hurtar con engaño.
2. tr. Engañar a alguien con promesas o esperanzas.
La segunda acepción convierte a nuestros últimos gobernantes en claros timadores. No lo digo yo, lo dice la RAE. Qué demonios, también lo digo yo.
En la primera interpretación es donde entran preferentes, bajadas de sueldo, cláusulas suelo, ERES y otros tantos. Se envenena uno cuando lee a Blesa declarando que los preferentistas conocían sobradamente el producto que compraban. Por supuesto, señor Blesa, aquí todo el mundo va a irle a usted con ochenta o cien mil euros si saben que no los van a ver nunca más. La gente no es tonta, ¿verdad? La gente es que tiene un corazón que no le cabe en el pecho.
Cuando algunos reclámabamos la cláusula suelo de nuestras hipotecas (como curiosidad, diré que llevé mis escrituras al banco, y la empleada tardó media hora en localizarla, y lo hizo porque la ayudé. Solo por ilustrar la claridad y transparencia de los textos), escuchaba en las noticias que sería catastrófico para las entidades devolver semejantes cantidades, que la débil economía que atravesaba el país no lo resistiría y que todos los bancos acabarían cayendo como lo hizo Bankia. Eso supondría que habría que rescatarlos con dinero de fuera, lo cual llevaría al rescate, a la Troika y sus condiciones, y a vernos en una situación tan complicada y precaria como Grecia y Portugal.
Muchos nos lo tragamos. Tuvimos miedo. Mira que si por reclamar un poquito (de lo nuestro, no nos olvidemos) dirigíamos al país a una bancarrota inevitable... 
Idiotas. En marzo de 2013, y presionada por el Tribunal Europeo, BBVA eliminó las cláusulas suelo de todas sus hipotecas, y muchos pudimos respirar. Lo sorprendente es que ha pasado casi un año de ello y la entidad financiera no solo no se ha resentido por ello, sino que cerró el 2013 con un beneficio neto de 2500 millones de euros, casi un 50% más del beneficio neto obtenido en 2012. 
La última noticia es que desde Bruselas consideran que España va por el buen camino (a pesar del paro, los sueldos bajos, la precariedad...), e inmediatamente la prima de riesgo vuelve a bajar, situándose cerca de los 175 puntos básicos. 
Sí, señor. Estamos saliendo de la crisis. El señor Rajoy y el resto de su equipo de timadores no dudarán en anotarse el tanto, pero empiezan a estar las cosas claras: el país lo estamos levantando los de siempre. Los que sudan, los que sufren, los de abajo. 
También han bajado significativamente las primas de riesgo de Italia, Portugal y Grecia. Supongo que también a costa de que Berlusconis, Aznares, exministros, empresas energéticas, bancos y otros demonios se hayan llenado los bolsillos. 
No tenemos nada que agradeceros. Mentirosos. Timadores.