viernes, 3 de julio de 2009

El Latido de Olimpia, en suspenso

No sé si ya he dicho que hace más o menos un mes que he terminado con mi novela, El Latido de Olimpia.
Doscientos cincuentas páginas en formato A4 a un espacio (o sea, entre 380 y 500 páginas en formato libro), y dos años de documentación y duro trabajo.
La pregunta ahora es... ¿qué hacer con ella?
Mi primera opción es presentarla a algún concurso, pero no es que existan muchos premios literarios en los que puedas enviar una novela de semejante temática y, sobre todo, semejante longitud.
Sí, lo sé. Existe un premio prestigioso aquí en España creado expresamente para los libros de fantasía y ficción, pero ayer estuve investigando por ahí en las bases y he leído (y no de pocos) que en los dos últimos años han sabido adivinar el ganador, y eso sólo puede significar que el criterio de elección no es muy limpio.
Así que primera baza casi anulada.
Total, igual me da uno de mis revoleos y me la quedo para mí, que para eso la he escrito.
Que la publique el que le da la gana cuando yo la casque, qué cojones. Me ponen enfermo las trampas y las mentiras.

Increíble este Serj Tankian. No lo perdáis de vista, que es todo un fenómeno.

Siguiendo con lo mío, estoy con un nuevo proyecto, mucho más ligero que El Latido de Olimpia, mucho más entretenido y sencillo de leer. No tengo muy claro aún el título, pero puedo decir que me lo estoy pasando como los indios mientras escribo. He cambiado totalmente el tercio, un poco por desahogarme y purgarme de Olimpia, y me he metido en un terreno humorístico en el que hace ya mucho tiempo tenía ganas de probar suerte. Mi protagonista, León González, es todo un personaje, ya veréis.
Eso si algún día me animo a dejar algo, que me estoy volviendo un tío cerrado y prefiero guardarlo todo en casa. El que quiera, que venga a por él.
Le doy la bienvenida a mi casa.