sábado, 4 de marzo de 2017

PERSONAJES DE "LEÓN GONZÁLEZ, ANTICRISTO": EL NARCO.

León González conoce a Álex el Narco en la cuneta de una carretera, tras tirarse ambos de los respectivos coches en los que iban, el uno por evitar un control policial, y el otro porque creía que León se iba a quedar con la bolsa de hachís que acababa de tirar por la ventanilla del coche. Tras darle a nuestro héroe una lección de filosofía de vida, ambos personajes comparten un porrito mientras esperan escondidos en las sombras a que llegue alguien a recogerlos.
El Narco es un tipejo de mal aspecto pero letrado hasta tal punto que en su discurso no deja de citar a famosos escritores, pensadores, científicos y revolucionarios. Nunca cita a políticos porque, a su juicio, son el cáncer de la sociedad.
"Votar en este país no sirve de mucho. Si votar sirviera para algo, no nos dejarían hacerlo."

jueves, 2 de marzo de 2017

LEÓN GONZÁLEZ: EL ANTIHÉROE DE LA NUEVA NOVELA PICARESCA


Desde que publiqué "León González, santo" en 2010, son muchos los que le han tomado la medida justa a este personaje (es decir, han visto más allá de lo superficial y la mugre).
Cada vez que me preguntan acerca del libro, cuál es su género, intento decir que no me gusta encasillarlo en ningún lado.
¿Es terror? ¡No, por Dios! ¿Entonces por qué pones en la portada a un perro rabioso? No es un perro rabioso. Es Sprocket, y está poseído por el demonio, quien, a propósito, tampoco da miedo.
¿Entonces qué es? Podría ser simplista y decir que humor. A veces lo digo, más que nada por pereza y no dar muchas explicaciones. Lo que pasa es que cuando dices que el libro es de humor, entonces la gente deja de tomarte en serio, como si el humor no fuese una cosa seria. 
León González es humor, sí señor, pero no este humor de Eva Hache y Dani Rovira. Para eso, hubiera escrito un libro con monólogos.
León González es novela picaresca. Sí, como oyes. NOVELA PICARESCA. Si no lo crees, deja que te corte y pegue las características básicas de la novela picaresca:

 -El protagonista pertenece a una clase social mísera y marginada que roza con la delincuencia. Aunque León viene de buena familia, sus circunstancias lo obligan a pasar hambre, aceptar cualquier trabajo, mendigar y tirar de ingenio para ganarse la vida.

 -Se trata de un vagabundo ya que no vive en un sitio fijo, sirve a distintos amos y va de ciudad en ciudad buscando faena para poder alimentarse y vivir en condiciones. Nuestro León no sirve a ningún amo, pero sí que no tiene un lugar donde caerse muerto.
 -Actúa inducido por el hambre. Para poder combatirla, roba e inventa tretas que casi siempre se vuelven contra él. El hambre es un leit motiv de León. Incluso alcanzando cotas de parodia.
 -Vive en un continuo intento de mejorar su nivel social, cosa que no logra jamás, ya que siempre se queda en la clase a la que pertenece y nunca puede llegar a ser aquel que siempre ha soñado ser. Ese es mi chico.

 -Es el anti-héroe por excelencia, cuyos rasgos se oponen al caballero de las novelas de ficción y normalmente se puede observar que:
 a) Carece de ideales: no le preocupan ni el honor, ni el valor, ni la honra.
 b) Sólo le interesa satisfacer necesidades primarias como el hambre o el frío.
 c) No se responsabiliza de lo que hace. 
Yo no lo hubiera descrito mejor. León González es un pícaro de manual, y tanto SANTO como ANTICRISTO son dos novelas picarescas de manual.


Respecto al estilo, creo poder afirmar que está muy trabajado a pesar de que muchos solo van a ver la capa superficial. He utilizado los tres tipos de lenguaje: culto, coloquial y vulgar, aunque domina el tono coloquial –que no vulgar- puesto que es León quien narra todo en primera persona.

En cualquier caso, el uso vulgar del lenguaje va siempre ligado a diálogos con personajes secundarios que así lo demandan, luego creo que ampliamente justificado.

También me gusta jugar con los contrastes en la construcción de personajes. Los personajes de Anticristo tienen cierto carisma que les da un toque divertido y casi surrealista. Un poli maníaco filosofando acerca del bien y del mal, un heavy adicto a la marihuana y a los grandes pensadores del siglo XX, un indigente ex-profesor de matemáticas capaz de demostrarte la existencia o no existencia del alma, un tipo duro que sufre de hipocondría severa…

También he intentado explotar el humor en todas sus variantes: humor situacional, humor lingüístico, humor escatológico, y el humor provocado por silencios.

El humor de silencios suele venir unido a pensamientos del propio León. La escena acaba, pero León sigue discurriendo alguna barbaridad al respecto. Es precisamente este humor el que hace inviable una adaptación cinematográfica que quede medio bien. Sin este humor, el libro sería un cúmulo de gags y situaciones.

Humor lingüístico es el que más me gusta, pero el más difícil, cuando juegas con las palabras, algo muy frecuente en este libro puesto que el protagonista padece de verborrea insufrible y de incontinencia verbal. Además, en este libro se conocerá que el padre de León, fallecido tiempo atrás, era un amante de la literatura y le inculcó numerosos conocimientos literarios que no duda en utilizar en frases.

Humor situacional es aquel que la propia escena provoca, a veces incluso con antelación. Si León lleva dos días enteros sin pegar bocado y pasa por delante de una pastelería, uno ya espera que algo va a ocurrir.

Y por supuesto, que no falte el humor escatológico, muchas veces denostado pero que, en serio, es de lo que más nos hemos reído durante toda la vida. Si vas con un amigo por la calle y se le caga una paloma en la cabeza, ¿no te descachimbas? Pues claro.

Si alguien dice que León es un libro escatológico, como muchas veces se ha dicho del primer libro, lo vería una apreciación simplista. De todas formas no lo considero ofensivo. El humor escatológico está presente en lo más representativo de nuestra literatura. Hasta en el Quijote hay muestras de ello:

-Paréceme, Sancho, que tienes mucho miedo.

 -Sí tengo –respondió Sancho-. Más, ¿en qué lo echa de ver vuestra merced ahora más que nunca?

-En que ahora más que nunca hueles, y no a ámbar.

El libro está cargado además de infinidad de recursos literarios propios de la literatura de humor: metáforas, hipérboles, comparaciones, enumeraciones, ironías…

Por otro lado, y dada la naturaleza del narrador, alguien que comparte con su autor época e infancia vividas, encontraréis en Anticristo innumerables guiños al cine, a la literatura, a la música y a la vida en general de los 80.

En esencia, lo que he pretendido con “Anticristo” es tratar de retorcer, transgredir y observar la realidad social e histórica española para poner en entredicho todo un sistema de valores humanos y religiosos. Toda la marginalidad natural, la excentricidad cotidiana, la usual falta de sentido de nuestra vida sólo puede soportarse mediante un purgante: la risa.

Y eso es lo que os ofrezco. Mucha risa. Un antidepresivo que se puede leer. Prozac sin química. Prozac en papel. Por lo que a mí respecta, magia.

Y ahora, que no vuelva a oír esa comparación absurda entre León González y Torrente. Me ofendéis.