Desde que publiqué "León González, santo" en 2010, son muchos los que le han tomado la medida justa a este personaje (es decir, han visto más allá de lo superficial y la mugre).
Cada vez que me preguntan acerca del libro, cuál es su género, intento decir que no me gusta encasillarlo en ningún lado.
¿Es terror? ¡No, por Dios! ¿Entonces por qué pones en la portada a un perro rabioso? No es un perro rabioso. Es Sprocket, y está poseído por el demonio, quien, a propósito, tampoco da miedo.
¿Entonces qué es? Podría ser simplista y decir que humor. A veces lo digo, más que nada por pereza y no dar muchas explicaciones. Lo que pasa es que cuando dices que el libro es de humor, entonces la gente deja de tomarte en serio, como si el humor no fuese una cosa seria.
León González es humor, sí señor, pero no este humor de Eva Hache y Dani Rovira. Para eso, hubiera escrito un libro con monólogos.
León González es novela picaresca. Sí, como oyes. NOVELA PICARESCA. Si no lo crees, deja que te corte y pegue las características básicas de la novela picaresca:
-El protagonista pertenece
a una clase social mísera y marginada que roza con la delincuencia. Aunque León
viene de buena familia, sus circunstancias lo obligan a pasar hambre, aceptar
cualquier trabajo, mendigar y tirar de ingenio para ganarse la vida.
-Se trata de un vagabundo
ya que no vive en un sitio fijo, sirve a distintos amos y va de ciudad en
ciudad buscando faena para poder alimentarse y vivir en condiciones. Nuestro
León no sirve a ningún amo, pero sí que no tiene un lugar donde caerse muerto.
-Actúa inducido por el
hambre. Para poder combatirla, roba e inventa tretas que casi siempre se
vuelven contra él. El hambre es un leit motiv de León. Incluso alcanzando cotas
de parodia.
-Vive en un continuo intento
de mejorar su nivel social, cosa que no logra jamás, ya que siempre se queda en
la clase a la que pertenece y nunca puede llegar a ser aquel que siempre ha
soñado ser. Ese es mi chico.
-Es el anti-héroe por
excelencia, cuyos rasgos se oponen al caballero de las novelas de ficción y
normalmente se puede observar que:
a) Carece de ideales: no le
preocupan ni el honor, ni el valor, ni la honra.
b) Sólo le interesa satisfacer
necesidades primarias como el hambre o el frío.
c) No se responsabiliza de lo que hace.
Yo no lo hubiera descrito mejor. León González es un pícaro de manual, y tanto SANTO como ANTICRISTO son dos novelas picarescas de manual.
Respecto al estilo, creo poder afirmar que está muy
trabajado a pesar de que muchos solo van a ver la capa superficial. He
utilizado los tres tipos de lenguaje:
culto, coloquial y vulgar, aunque
domina el tono coloquial –que no vulgar- puesto que es León quien narra todo en
primera persona.
En cualquier caso, el uso vulgar
del lenguaje va siempre ligado a diálogos con personajes secundarios que así lo
demandan, luego creo que ampliamente justificado.
También me gusta jugar con los contrastes en la construcción de personajes.
Los personajes de Anticristo tienen cierto carisma que les da un toque
divertido y casi surrealista. Un poli maníaco filosofando acerca del bien y del
mal, un heavy adicto a la marihuana y a los grandes pensadores del siglo XX, un
indigente ex-profesor de matemáticas capaz de demostrarte la existencia o no
existencia del alma, un tipo duro que sufre de hipocondría severa…
También he intentado explotar el humor en todas sus variantes:
humor situacional, humor lingüístico, humor escatológico, y el humor provocado
por silencios.
El humor de silencios suele venir unido a pensamientos del propio
León. La escena acaba, pero León sigue discurriendo alguna barbaridad al
respecto. Es precisamente este humor el que hace inviable una adaptación
cinematográfica que quede medio bien. Sin este humor, el libro sería un cúmulo
de gags y situaciones.
Humor lingüístico es el que más me gusta, pero el más difícil, cuando
juegas con las palabras, algo muy frecuente en este libro puesto que el
protagonista padece de verborrea insufrible y de incontinencia verbal. Además,
en este libro se conocerá que el padre de León, fallecido tiempo atrás, era un
amante de la literatura y le inculcó numerosos conocimientos literarios que no
duda en utilizar en frases.
Humor situacional es aquel que la propia escena provoca, a veces
incluso con antelación. Si León lleva dos días enteros sin pegar bocado y pasa
por delante de una pastelería, uno ya espera que algo va a ocurrir.
Y por supuesto, que no falte el humor escatológico, muchas veces
denostado pero que, en serio, es de lo que más nos hemos reído durante toda la
vida. Si vas con un amigo por la calle y se le caga una paloma en la cabeza,
¿no te descachimbas? Pues claro.
Si alguien dice que León es un
libro escatológico, como muchas veces se ha dicho del primer libro, lo vería
una apreciación simplista. De todas formas no lo considero ofensivo. El humor
escatológico está presente en lo más representativo de nuestra literatura.
Hasta en el Quijote hay muestras de ello:
-Paréceme, Sancho, que tienes mucho miedo.
-Sí tengo –respondió Sancho-.
Más, ¿en qué lo echa de ver vuestra merced ahora más que nunca?
-En que ahora más que nunca hueles, y no a ámbar.
El libro está cargado además de
infinidad de recursos literarios propios
de la literatura de humor: metáforas, hipérboles, comparaciones, enumeraciones,
ironías…
Por otro lado, y dada la
naturaleza del narrador, alguien que comparte con su autor época e infancia
vividas, encontraréis en Anticristo innumerables
guiños al cine, a la literatura, a la música y a la vida en general de los 80.
En esencia, lo que he pretendido
con “Anticristo” es tratar de retorcer, transgredir y observar la realidad
social e histórica española para poner en entredicho todo un sistema de valores
humanos y religiosos. Toda la marginalidad natural, la excentricidad cotidiana,
la usual falta de sentido de nuestra vida sólo puede soportarse mediante un
purgante: la risa.
Y eso es lo que os ofrezco. Mucha
risa. Un antidepresivo que se puede leer. Prozac sin química. Prozac en papel.
Por lo que a mí respecta, magia.
Y ahora, que no vuelva a oír esa comparación absurda entre León González y Torrente. Me ofendéis.