Permitidme ser sincero.
Ya avisé hace años de que las cosas mal hechas no podían llevarnos a nada bueno.
Si no recuerdo mal, fue hace 5 años la primera vez que me llegaron noticias del plan de calidad en la educación, una aberración nacida de aburridos progresistas con corbata que esperaban poder colocar a España a la cabeza de resultados educativos en Europa a base de chantajes, papeleos, falsedades y un dinero que a la postre se descubrió que no se tenía. Nada extraño en una España como la que se nos destapado en los últimos meses.
La cosa pintaba bien. Los inspectores vendieron el proyecto como el que vende las enciclopedias. Algunos directores vieron pasta fácil y, mitad por peloteo, mitad por avaricia, siguieron el juego e intentaron colocar el plan sin leernos la letra pequeña: los profesores se comprometían a mejorar los resultados y la calidad de la enseñanza a cambio de un dinero extra. Por suerte, la mayoría de los profesores fueron profesionales que leyeron toda la dichosa ley de calidad y decidieron con buen criterio que no necesitaban de ningún soborno para mejorar la calidad (y que la enseñanza educativa no mejoraba rellenando miles de papeles, encuestas y formularios).
De modo que la ley se rechazó en claustro. Creo haber leído que un 98% de los centros educativos lo rechazaron, poniendo en evidencia las miserias del plan. Pero para mi sorpresa, al año siguiente volvió a plantearse por imperativo de los de arriba. Había alguien empeñado en imponerlo, fuese como fuese. Y de nuevo calabazas, aunque ya empezaba a escuchar algunas voces que decían "oye, en tal instituto han cobrado 600 euros extras por hacer lo mismo que hacían antes".
Viendo los mandamases que estaban golpeando murallas con espadas, decidieron quitar el poder a los claustros y permitir que los planes de calidad fueran votados por los consejos escolares, previo lavado de cerebro tanto a padres como a alumnos integrantes de éstos.
¿Pero qué interés tenían nuestros políticos por regalarnos a los profesores un sobresueldo? Evidentemente, querían comprar con cuatro perras años y años de ineptitud y reformas más encaminadas a hacer la puñeta al del partido rival que a resolver la penosa situación educativa, culpando a los profesores de todos los fracasos en el área. Lógico: si antes no funcionaba el sistema, y ahora sí... ¿no es todo por culpa del maestro?
Tan mal concebido estaba el dichoso plan que
el Tribunal Supremo lo anuló en 2010 por no ajustarse a la ley, pero bastó con cambiar un par de puntos, donde antes se decía calidad ahora se dice mejora educativa y bla bla bla, y ya tenemos nuevo plan de calidad. Así se funciona en España.
El acoso y derribo ha ido a más. La última aberración parida por nuestros ineptos e ineficaces encargados de gestionar el sistema es permitir a los profesores interinos mantenerse en un puesto de trabajo siempre que hayan firmado el plan de calidad. Con esta condición, siento decir que incluso yo mismo me hubiera bajado los pantalones y hubiera firmado. Si es la estabilidad laboral lo que está en juego, el trabajar o no el año que viene, y más sabiendo que todos lo están suscribiendo, muy tonta -o muy íntegra- debe ser la gente para no hacerlo.
El problema viene ahora, con los recortes. Une plan de calidad (en el sentido de permanencia en un centro) a miles de profesores interinos que no van a trabajar este año por culpa de Rajoy & friends, y nos encontramos con que, recién salidas las listas de provisión de vacantes en Andalucía, hay gente que con sólo 7 meses trabajados tiene un puesto de trabajo, en detrimento de padres y madres de familia que se irán al paro después de 20 años de tiempo de servicio.
¿Justicia? Bueno, es legal, que es lo que está de moda, aunque no dejaré de pensar que es injusto puesto que miles de interinos no tienen la oportunidad de firmar el plan de calidad (recordemos que sólo lo pueden hacer si el centro educativo en cuestión lo tiene).
Al final recogemos lo que sembramos. Hemos picado el anzuelo. En cuanto unos pocos centros educativos, conservatorios, EOI... se han adscrito al plan de calidad, la paranoia está garantizada. Casi nadie lo acepta, casi nadie lo comparte (diría que nadie, pero poderoso caballero es Don Dinero. A propósito de dinero, se oye por ahí que no va a haber más pagos), pero todos los profesores interinos lo secundarán con tal de no perder su puesto de trabajo. Y lo entiendo. Leí hace unos días el caso de una profesora con más de 15 años de tiempo de servicio, que trabajaba en un centro con plan de calidad y que se ha dado de baja por el escandaloso motivo de haber tenido un bebé. El plan de calidad la ha excluido, pero su sustituto/a se ha aprovechado de éste para "birlarle" el puesto de trabajo. Este año la primera no tendrá trabajo mientras que otros con menos bagaje sí. Esa es la ley en España. Esa es la calidad que nos venden estos políticos que tantas veces han demostrado ya su ineptitud.
Si hubiera justicia, los creadores e impulsores de este plan de calidad deberían devolver a los ciudadanos, uno por uno, cada céntimo que se ha malgastado en este inútil proyecto. Y no son pocos, creedme.
Acabo ya diciendo que denuncio públicamente esta vergüenza llamada plan de calidad.
Y como siempre hago, firmo con mi nombre.