En éste no corto nada. Supongo que cualquier barbaridad que digáis podrá darse como válida.
lunes, 31 de marzo de 2008
16 de Acertijos
En éste no corto nada. Supongo que cualquier barbaridad que digáis podrá darse como válida.
viernes, 28 de marzo de 2008
Relato Completo: Kilómetro 301, 3ª Parte (y final)
-Buenos días... –balbuceó-. Esto..., creo que he visto un accidente de tráfico.
-¿Se encuentra usted prestando auxilio? ¿Podría indicarme el lugar exacto o aproximado?
-No, yo sigo en mi coche –explicó-. Es que era en el otro sentido.
-Está bien –respondió la voz-. Debe usted decirme dónde ha sido para que se envíen los efectivos oportunos.
-Más o menos en el kilómetro 301 de la A-5, dirección Madrid, pero... –se sintió un tanto estúpido- creo que ya había una grúa y un coche de la guardia civil.
-Entonces, ¿para qué llama usted? –la voz de la mujer había pasado de seca a desagradable.
-No sé muy bien, es que creo que quería saber si ustedes tenían constancia de dicho accidente.
-No lo comprendo muy bien, ¿sería tan amable usted de facilitarme su nombre y apellidos? –dijo en tono mucho más cordial.
Un tanto intimidado, colgó el teléfono recriminándose no haber ocultado el número al marcar y pensando que pronto le llamarían a él para pedirle explicaciones. Detuvo el vehículo en la cuneta de la primera salida que encontró, se apeó de él y encendió un cigarrillo. Tenía la camisa empapada en sudor y temblaba como un cachorro abandonado. Por un instante pensó en volver e investigar el accidente pero, por temor a volverse loco, no se atrevía a ir y ver que de nuevo había desaparecido todo. Decidió continuar el viaje, llegar a su destino, llamar a su cliente e intentar una prórroga de tiempo para alquilar una habitación y darse una buena ducha. Intentó quitarse de la cabeza la visión de aquel accidente, convencerse de que todo tendría su explicación y que su imaginación le había jugado una mala pasada. Sintiéndose más relajado con cada calada, volvió a entrar en el coche, tirando la colilla antes de cerrar la puerta.
-Puto coche de mierda –masculló mientras se ponía en marcha y volvía a tomar la autovía en dirección Badajoz.
Intentó sin éxito sintonizar alguna emisora de radio. Después de varios infructuosos intentos, recordó que la antena se encontraba guardada en el maletero y no se había acordado de ponerla. Harto de dar vueltas al dial, dio un puñetazo sobre el cassette y volvió a coger el teléfono para marcar el número de su novia.
-¿Se puede saber qué demonios pasa hoy? –dijo ella en un tono claramente malhumorado-. Estoy un poco harta de que me llames, te desahogues conmigo y luego cuelgues sin más para llamarme otra vez y empezar de nuevo. ¿Qué es eso tan raro que te ha pasado?
-No lo tengo muy claro.
-Pues te lo voy a decir yo –añadió ella de forma irascible-. Lo que te pasa es que estás enmonado con la mierda del tabaco, y cuando no fumas te vuelves gilipollas.
Iba a replicar cuando vio algo que le dejó helado: un mojón kilométrico que le señalaba el kilómetro 299. Se le hizo un nudo en la garganta y empezó a sentirse de nuevo bañado en un sudor frío.
-Nena, me estoy asustando de verdad –susurró.
-¿Pero qué te pasa? –ella había bajado el tono el voz-. Dímelo porque me estás asustando a mí.
-Acabo de pasar por el kilómetro 299.
-¿Y qué?
-Pues que hace un rato pasé por el 301.
-Sigo sin entender cuál es el problema, tío, estás paranoico.
-Es que... en el sentido que llevo, Madrid tiene el kilómetro 0 y Badajoz el 400. Debería ir por el kilómetro... no sé, por el 305 o así.
-Tranquilo, guapo, que alguna explicación habrá. Es posible que te equivocaras al leer el 301 o que el mojón estuviese mal colocado. Tío, parece mentira que seas tú quien dice esto.
-Ya... pero es que ahora estoy pasando por el kilómetro 300.
-Y después vendrá el 301, claro –replicó ella riéndose.
(el 301 no, el 301 no)
El cielo volvía a estar encapotado y ni siquiera había sido consciente del cambio. Hacía un segundo brillaba a su espalda un sol radiante. Entonces, un ligero parpadeo y, como un truco de ilusionista, el escenario en el que se encontraba era totalmente diferente.
(la gasolinera)
-¿Cómo? –escuchó decir a su novia.
A pocos metros pudo vislumbrar la misma estación de servicio que ya había visto dos veces aquella mañana. Eternamente detenida, una fantasmal autocaravana repostaba en el surtidor del gasoil. Volvía a sentir náuseas, volvía a notar un hormigueo que nacía en la boca del estómago y hacía que le temblara todo el cuerpo.
(la moto)
-¿Pero qué dices? –preguntó la chica-. ¡Habla más alto!
Rompiendo el sepulcral silencio que reinaba, un motorista le pasó a toda velocidad.
(y ahora las obras)
Poco más adelante, justo al empezar el punto kilométrico 301, una recta con la calzada pintada de amarillo indicando obras aunque él ya sabía que no habría obreros ni camiones.
-Oye, Iván, me estás asustando. ¿Por qué no paras y te fumas un cigarrillo?
Por un momento recuperó parte del aplomo y salió del trance.
-No quiero parar, necesito salir de aquí cuanto antes –cogió un cigarrillo de los que descansaban en el asiento contiguo y se lo llevó a la boca-. Pero sintiéndolo mucho, me voy a fumar ese pitillo.
A su izquierda apareció la plantación abandonada de girasoles, a su derecha los cerdos que comían plácidamente bajo los alcornoques.
(el pastor va a silbar. Por favor que no silbe)
-¡Déjate de historias y no se te ocurra fumar en mi coche! –le increpó una voz lejana.
Miró directamente al cerrillo, en donde un pastor sentado detrás de una alambrada giró la cabeza hacia la carretera y lo miró fijamente, cambiando aquel diabólico guión establecido. Entonces miró al cielo y silbó tan fuerte que, aun teniendo la ventanilla cerrada, pudo escucharlo.
(ahora es más real)
-¿Me oyes? Dime algo. Si me estás gastando una broma no tiene gracia.
(ahora el perro agrupa a las ovejas)
El perro marrón salió disparado y, con unos ladridos que no parecían salir de aquel diminuto cuerpo, agrupó en unos segundos al pequeño rebaño.
-Ya ha pasado todo –musitó.
-No estarás fumando, ¿verdad? –preguntó ella alterada.
(se me olvida algo...)
(...algo importante...)
(...fuma y recordarás)
Un camión de gran tonelaje había pinchado a la salida de una curva, ocupando más de la mitad del carril derecho. Iván encendió el cigarrillo y aspiró profundamente, cerrando unos instantes los ojos de placer. Al abrirlos se encontraba a escasos metros del camión, sin margen de maniobra. En aquel relámpago de tiempo no sintió miedo, no sintió ansiedad ni angustia. Sólo le dio tiempo a pensar “ya está, ya se ha acabado todo, hoy me muero”.
-¿Iván?... Dios mío, ¿qué ha sido ese ruido?... ¿Iván?
martes, 25 de marzo de 2008
Relato Completo: Kilómetro 301, 2ª parte
Volvió a mirar hacia atrás, ignorando toda precaución, pero ya no pudo distinguir nada claro. Tras blasfemar media docena de veces, se calmó y lanzó una pequeña y forzada carcajada, riéndose de la mala pasada que le había jugado su imaginación. Necesitaba nicotina en la sangre y nunca hubiera pensado que sería tan grave carecer de ella. Avanzó un par de kilómetros y tomó la primera salida que vio. Paró el coche en la orilla de aquel cambio de sentido y se bajó con el cigarro ya encendido. Observó que el cielo volvía a estar despejado y el sol brillaba cegador en el este, justo en dirección contraria a la que él llevaba. No le había gustado nada el cielo encapotado de minutos atrás, le había hecho sentir incómodo, absorto, como en un sueño. Miró el reloj y, sintiendo renacer un trocito de sí mismo con cada calada, decidió que el cliente podría esperar unos minutos mientras él usaba aquel cambio de sentido para volver atrás y echar un vistazo desde cerca al accidente.
Aunque creía encontrarse a escasos tres o cuatro kilómetros del lugar del siniestro, al no hallar nada recorrió más de veinte kilómetros sin ver la más mínima señal de que algo hubiese ocurrido. No había grandes frenadas en la calzada, ni cristales, ni trozos de vehículo en la cuneta. La guardia civil había desaparecido, y la grúa debía de estar ya bien lejos de allí. No creía posible que todo se hubiese evaporado tan deprisa, aunque sentía algo extraño en aquella mañana que no podía describir. Buscó el siguiente cambio de sentido para recuperar su ruta inicial. Incómodo, cansado, dolorido y desconcertado, volvía a apetecerle fumar. Sacó un cigarrillo del paquete y lo escupió con rabia, volviendo a sentirse de un pésimo humor. Junto a los cigarrillos, en el asiento del copiloto, vio el teléfono y lo cogió. Volvía a incorporarse a la autovía y de nuevo estaba en la dirección correcta, camino de Badajoz, aunque con más de quince minutos perdidos. Pulsó prolongadamente la tecla número tres y espero tan sólo dos tonos antes de recibir respuesta.
-¿Qué ha pasado? –preguntó su novia visiblemente preocupada- ¿Por qué me has cortado?
-No te preocupes, es que vi a los civiles y tuve que cortar.
-Te dije que tuvieras cuidado con el teléfono.
-Te dije, te dije –se burló Iván con desprecio-. Tú siempre lo dices todo.
-Claro que lo digo todo, porque tengo más cabeza que tú y no hago las cosas a lo loco. Y no me hagas burla porque yo no te he hablado mal. Si me vas a llamar cada media hora para darme por el culo pues te jodes y llamas a tu madre.
Iván sonrió mientras pensaba en lo previsible que era María. Bastaba una mala palabra para que ella se lanzara al ataque con tal retahíla de improperios que lo único que podía hacerse era esperar a que los ánimos se calmaran por sí solos. Para él siempre había sido una chica muy simple a la que podía manejar a su antojo sin más que accionar ciertas palancas. Pulse aquí para enfadar. Pulse aquí para hacer las paces.
-Oye –interpeló suavemente mientras ella continuaba con su monólogo-. Perdona.
-Esa disculpa ya me la conozco.
El cielo comenzaba a nublarse de nuevo. Volvió a pasar por la estación de servicio de antes, y observó que la autocaravana seguía junto al surtidor, repostando como si sólo hubiesen transcurrido segundos desde la última vez que pasó por allí. Enarcó las cejas, un tanto desorientado. Sintió que un hormigueo empezaba a recorrerle el estómago cuando una moto de gran cilindrada le adelantó a gran velocidad. En el horizonte, una recta con señales amarillas indicando obras aunque sin obreros ni camiones, justo al empezar el punto kilométrico 301.
-Joder, María, acabo de tener un “déjà vu” del carajo –se apresuró a decir.
-Vale, ahora cambia de tema.
-En serio, tía, estoy empezando a asustarme.
No le sorprendió ver el campo de tristes girasoles a su izquierda, ni los alcornoques en el lado derecho bajo los que una piara de cerdos negros rebuscaba afanosamente. Pensó que era normal ver las mismas cosas cuando se pasaba por un mismo sitio, pero aquella sensación desagradable en su estómago no desaparecía, y el hecho de ver a un hombre sentado tras una alambrada, en el punto más alto de un cerrillo, no le ayudaba mucho a convencerse de que nada extraño estaba ocurriendo.
(ahora va a silbar)
-¿Qué has dicho? –preguntó una voz lejana por el auricular.
El hombre miró al cielo, puso los dedos índice y pulgar en sus labios y, aunque no pudo escucharlo, silbó.
(el perro echa a correr)
-¿Qué estás diciendo, Iván?
Un pequeño animal de pelaje marrón que descansaba junto al hombre levantó las orejas y corrió en dirección contraria para agrupar al pequeño rebaño que apareció ante sus ojos al llegar al punto más alto del cerrillo.
-¡Me cago en todos los santos! –maldijo mientras se echaba un cigarrillo a la boca.
-¿Pero qué pasa? Iván, me estás asustando.
El camión parado con las luces de emergencia seguía ocupando parte del carril derecho, a la salida de una curva a la derecha. De nuevo le cogió por sorpresa, buscando el encendedor, y tuvo que actuar con agilidad para evitarlo. Escupió el cigarrillo, casi con una arcada.
-Esto es muy raro... –comenzaba a explicar cuando vio, por el rabillo del ojo, luces intermitentes en el carril contrario de la autovía-. Ahora te llamo.
viernes, 21 de marzo de 2008
Relato Completo: Kilómetro 301, 1ª Parte
Hacía ya un buen rato que le dolía la cintura y el cuello. Por enésima vez dirigió su mirada al salpicadero y observó que el reloj no funcionaba. Resopló, un tanto fastidiado, pensando en si podría arreglarse con más o menos trabajo. Finalmente decidió que, aunque a él le jodiera mirar el teléfono cada vez que quisiera saber la hora, la avería costaría mucho más de lo que representaba en sí un simple reloj. Tosió y con un gesto brusco volvió a quitar el aire acondicionado. Se encontraba de un humor de perros, molesto por aquel viaje, molesto por tener que llevar aquel coche, molesto por cada camión que retenía su paso y molesto porque necesitaba una ducha que no podría darse antes de entrevistarse con un cliente al que no se acercaría demasiado por temor a apestarlo. Sacó un cigarrillo del paquete, se lo llevó a la boca y recordó que su novia no quería que fumara en su coche. Harto de todo, escupió el cigarrillo y éste fue a parar al asiento del copiloto junto a seis o siete cigarrillos más. Tendría que pararse y fumar. Pensó que no le vendría nada mal un descanso después de conducir durante casi tres horas, pero tenía más o menos una hora para recorrer los casi cien kilómetros que lo separaban de Badajoz con aquella birria de coche.
Cientos de mosquitos estrellados en la luna delantera le molestaban la visión. Buscó sin acierto el botón del líquido limpiaparabrisas. Tras poner y quitar las luces de niebla, la corta, la larga y todo aparato eléctrico que hubiera en el coche, sacó el móvil del bolsillo y pulsó prolongadamente la tecla número tres. Al descolgar, pudo escuchar una voz dulce y femenina que reía en segundo plano y luego se disculpaba para saludarlo a él.
-Hola, cari, ¿qué pasa? –comentó alegremente.
-¿De qué te reías? –preguntó.
-Nada, que estoy aquí con mi hermana y me estaba contando unas cosillas. Ya te contaré. ¿Has llegado ya?
-¿Cómo voy a llegar tan pronto? Me queda un buen rato todavía. Estoy hasta los cojones de viaje.
-Bueno, tranquilo, Iván, que no te debe de quedar mucho. Conociéndote, seguro que ni has parado.
-Pues no, no he parado –replicó sin poder disimular el malhumor.
-¿Has fumado en mi coche?
Separó el teléfono de su oreja y lo miró con asco. Con gran esfuerzo contuvo las ganas de gritar por el auricular.
-No. Sigues teniendo tu precioso coche birrioso inmaculado y con esta mierda de olor dulzón de ambientador de la tienda a cien.
-Estás insoportable, tío.
Iván comprendió que estaba pagando su mal humor con ella y decidió disculparse a tiempo. Un austero “perdona” fue todo lo que su estado anímico le permitió conceder, pero ya era tarde y la disculpa poco creíble.
-Si necesitas fumar, paras y te fumas medio paquete, pero no me llames a mí para comerme el tarro. Y sobre el coche, ya sé que mi ZX es una mierda al lado de tu A6, pero da la casualidad de que tu cochazo está en el taller y el mío te está salvando el cuello en ese viaje...
El cielo estaba empezando a nublarse. Pasó junto a una estación de servicio en la que repostaba una autocaravana, e instintivamente miró el indicador de combustible para observar que estaba a menos de un cuarto. Una moto de gran cilindrada le adelantó como un cohete. Ante él, una recta con el asfalto pintado de amarillo indicando obras, aunque no había señal alguna de máquinas ni trabajadores. Un poste a su derecha señalaba la carretera por la que transitaba y el kilómetro 301. A pesar de la bronca que estaba recibiendo por teléfono, se sintió algo reconfortado. La voz de María tenía algún tipo de efecto sedante sobre su persona, y poco a poco notaba que su enfado se desvanecía y la calma volvía a apoderarse de él.
-...si lo sé no te lo dejo y te vas en burro –continuó ella-. ¡Joder! ¡Es que me llamas para ponerme de mala leche!
-Lo siento de verdad, cari.
-Una mierda –respondió ella suavizando el tono de voz-. Además, mi coche no lleva manos libres; no deberías hablar mientras conduces.
-No pasa nada. Por aquí no creo que se pongan.
A la izquierda podía ver un campo plantado de marchitos girasoles. A la derecha, un campo de alcornoques con cerdos rebuscando bajo los troncos. Más allá, en la parte más alta de un cerrillo, un hombre sentado tras la alambrada miró al cielo y silbó. Iván no lo oyó pero percibió el movimiento de sus labios, como si todo sucediera a cámara lenta. El perro junto a él levantó las orejas y salió disparado en dirección contraria para agrupar al pequeño rebaño que apareció ante sus ojos al llegar al punto más alto.
-No es porque te pillen o no, bobo, es porque te distraes.
-No te preocupes. Oye, mira, que te llamaba porque no sé dónde está el agua del limpia.
-En la palanca de la derecha del volante.
-Ya le he dado y nada.
-Dale hacia ti.
Hizo lo que ella decía y dos grandes chorros de agua le cegaron la vista por un instante. Los limpiaparabrisas se accionaron, dejando en principio la luna toda emborronada. Parado en la cuneta, invadiendo parte de un carril, un enorme camión con las luces de emergencia le obligó a dar un ligero volantazo para evitarlo. Después de tocar el claxon y maldecir en voz alta, volvió a repetir la operación con el agua, usando para mover la palanca la misma mano que sujetaba el teléfono. Entonces, por el rabillo del ojo, vislumbró en el carril contrario de la autovía luces intermitentes.
-Te dejo –se limitó a decir al teléfono antes de colgar y soltarlo donde pudo. Todo parecía indicar que se trataba de un accidente. Aminoró la marcha para echar un vistazo, pero el sucio parabrisas y los muros de cemento de la mediana no dejaban ver demasiado. Una grúa alzaba un ZX rojo, como el suyo, con la parte delantera destrozada. Al pasar justo por delante, giró la cabeza un segundo y se le heló la sangre al creer leer la misma matrícula que la de su coche. Volvió a mirar hacia atrás, ignorando toda precaución, pero ya no pudo distinguir nada claro.
(...)
Próximamente, la segunda parte.
Cuidado con la carretera.
Más Premios
.
Por el momento, otorgo el premio "Que te pique un pollo" a (los que han participado en la encuesta):
-Patricia Cruzat
-Sara Serrano
-Dani wanna kinkon (¡hazte un blog ya!)
-Rara Avis (vuelve a casa, tendrás que ponerlo)
Todavía estáis a tiempo!!!
viernes, 14 de marzo de 2008
15 de Acertijos
¡Ojo! En el templo de Salomón los errores se pagan con la cabellera (consecuencia de los orígenes nativos del amigo Salomón, que era un tipo con lanza y taparrabos que se enriqueció gracias a la especulación inmobiliaria de la época, y a la prevaricación de fondos comunitarios).
Un aviso: es fácil pero aconsejo mirarlo dos veces antes de responder. Engaña el puñetero acertijo.
jueves, 13 de marzo de 2008
¡Visitad a Rara Avis!
lunes, 10 de marzo de 2008
Apunten, disparen...
01.- ¿Qué hora es? 23:02 ahora. Cuando termine esto serán por lo menos las 00:40
04.- Signo Zodiacal: Capricornio
05.- Edad: No la digo que empiezan los mayores a decirme que soy un crío, y los pequeños a decirme que soy un abuelete. Mirad el perfil.
06.- Tatuajes: Tengo demasiado pelo para eso.
07.- Estación favorita: Atocha
08.- Una película: No podría decantarme.
10.- Playa o Montaña: Campito. El agua me arruga los pies.
11.- Ciudad preferida: ..., yo qué sé.
12.- Cerveza o vino: Ribera del duero reserva. El gran reserva se escapa a mi bolsillo.
13.- El vaso mitad lleno o mitad vacío: Lleno, por favor. Y cuando esté medio lleno, llene otra vez. :)
14.- Color de ropa interior favorita: Soy medio daltónico, así que evito toda relación de amistad con los colores.
15.- Número de calzado: 22x5-100+34=...
18.- Una canción: No podría decantarme. Qué le hago, soy indeciso.
20.- Tema de conversación más detestado: Odio las suspicacias. No me gusta que a mi alrededor se saquen conclusiones erróneas de comportamientos ajenos.
23.- Color favorito: Y dale...
28.- ¿Qué cambiarías de tu vida?: Nada. Si cambiara algo, querría cambiar otra cosa. ¿Habría algún final para esto?
30.- Cd preferido: Que no me decido!!
31.- Lo primero que piensas cuando despiertas: "Me estoy meando a reventar". Otras veces veo que "alguien" se ha despertado antes que yo y pienso que me lo debería estar pasando genial en el sueño.
35.- ¿Qué hay en las paredes de tu habitación? Un tablón de corcho con un papel que no sé qué pone...¡anda, una letra de canción!..., una estantería con libros... y nada más. ¡Qué soso!
36.- Deporte favorito: correr
37.- Tímido o extrovertido: muy extrovertido con quien quiero. Totalmente hermético con quien no.
38.- Una frase que te encante decir: "fulanito de tal, tienes un 10". No la suelo decir mucho, lamentablemente. Soy un poco ogro. Otra que digo mucho es "me quedan dos días de vida". Es mi forma de obligarme a disfrutar. Si luego resulta que me quedan otros dos, pues mira, eso que me encuentro.
41-. Te gustaría que te regalaran un ramo de flores para tu cumpleaños: Pues... no. No me parecen prácticas. Se secan. Dicen que soy muy difícil para regalar.
42.- Lugar preferido: La cama. Jeje. O encima del piano. ¿De qué estamos hablando?
43.- Conformista o inconformista: Inconformista en gran medida.
44.- Dulce o salado: Salado.
45.- Te gusta conducir: Últimamente, no.
46.- Hobby: Escribir.
Al final, acabé a las 11:30. Por no ser menos canalla, le mando esto a Sara y a Rara Avis, a quien se le acumula el trabajo por días.
viernes, 7 de marzo de 2008
Extrechinato y tú
no hay momentos de sosiego.
Rebeldía pura de amores,
sin amores.
Ilusiones puras y puro conformismo,
intentando levantar el espíritu nostálgico
de querer estar contigo
y nunca estarlo.
martes, 4 de marzo de 2008
De premios, memes y locuras
sábado, 1 de marzo de 2008
13 + 14 de Acertijos
Acertijo 13:
Acertijo 14:
Chico-de-rojo: ¿te das cuenta, chica-de-verde, que ninguno de nosotros tiene pareja vestida de su mismo color?
La pregunta es: ¿qué color viste el compañero de baile de la chica de rojo?
Ánimo. Y vuelvo a avisar: no vale fallar. Corto piernas a la altura del muslo. ¡Menuda colección tengo ya!