jueves, 6 de marzo de 2014

LA BANCA MIENTE. TODOS MIENTEN.

Yo tenía una cláusula suelo.
Más o menos era como el timo de las preferentes, pero en vez de robar todo de golpe te quitaban el dinero poquito a poco, mes a mes, haciéndote sentir estúpido y desvalido.
Llevo tiempo con la clara convicción de que en este país todo vale si se está en la posición adecuada. Sólo hay reinas y peones. Desde tiempos de Tony Leblanc, lo único que ha cambiado es el perfil del timador y el trato que a este se le da. Ahora llevan corbata, dirigen grandes empresas, ostentan u ostentaban elevados cargos políticos. 
Si el timo está legitimado por la ley, no es timo, según dicen. ¿O sí? Esto me hace replantearme el concepto de ley. ¿Qué es la ley? ¿Quién la dicta? ¿En qué términos? Tal vez nuestra ley sea la misma que llevó a Javert a contradecirse tanto a sí mismo que acabara desquiciado ante su propia incoherencia. Tal vez deberíamos ser un poco Rorschach y ser conscientes de que las leyes están tan podridas como aquellos que las escriben, y actuar en consecuencia.
Difícil dilema en un estado de derecho como el nuestro. Creer o no creer.
¿Es esta crisis, que ya tanto dura en nuestro país, un timo a escala macroeconómica, o lo que es lo mismo, un timo a toda la población?
Acudamos al diccionario y veamos qué significa exactamente timar. Según la RAE, timar es:
1. tr. Quitar o hurtar con engaño.
2. tr. Engañar a alguien con promesas o esperanzas.
La segunda acepción convierte a nuestros últimos gobernantes en claros timadores. No lo digo yo, lo dice la RAE. Qué demonios, también lo digo yo.
En la primera interpretación es donde entran preferentes, bajadas de sueldo, cláusulas suelo, ERES y otros tantos. Se envenena uno cuando lee a Blesa declarando que los preferentistas conocían sobradamente el producto que compraban. Por supuesto, señor Blesa, aquí todo el mundo va a irle a usted con ochenta o cien mil euros si saben que no los van a ver nunca más. La gente no es tonta, ¿verdad? La gente es que tiene un corazón que no le cabe en el pecho.
Cuando algunos reclámabamos la cláusula suelo de nuestras hipotecas (como curiosidad, diré que llevé mis escrituras al banco, y la empleada tardó media hora en localizarla, y lo hizo porque la ayudé. Solo por ilustrar la claridad y transparencia de los textos), escuchaba en las noticias que sería catastrófico para las entidades devolver semejantes cantidades, que la débil economía que atravesaba el país no lo resistiría y que todos los bancos acabarían cayendo como lo hizo Bankia. Eso supondría que habría que rescatarlos con dinero de fuera, lo cual llevaría al rescate, a la Troika y sus condiciones, y a vernos en una situación tan complicada y precaria como Grecia y Portugal.
Muchos nos lo tragamos. Tuvimos miedo. Mira que si por reclamar un poquito (de lo nuestro, no nos olvidemos) dirigíamos al país a una bancarrota inevitable... 
Idiotas. En marzo de 2013, y presionada por el Tribunal Europeo, BBVA eliminó las cláusulas suelo de todas sus hipotecas, y muchos pudimos respirar. Lo sorprendente es que ha pasado casi un año de ello y la entidad financiera no solo no se ha resentido por ello, sino que cerró el 2013 con un beneficio neto de 2500 millones de euros, casi un 50% más del beneficio neto obtenido en 2012. 
La última noticia es que desde Bruselas consideran que España va por el buen camino (a pesar del paro, los sueldos bajos, la precariedad...), e inmediatamente la prima de riesgo vuelve a bajar, situándose cerca de los 175 puntos básicos. 
Sí, señor. Estamos saliendo de la crisis. El señor Rajoy y el resto de su equipo de timadores no dudarán en anotarse el tanto, pero empiezan a estar las cosas claras: el país lo estamos levantando los de siempre. Los que sudan, los que sufren, los de abajo. 
También han bajado significativamente las primas de riesgo de Italia, Portugal y Grecia. Supongo que también a costa de que Berlusconis, Aznares, exministros, empresas energéticas, bancos y otros demonios se hayan llenado los bolsillos. 
No tenemos nada que agradeceros. Mentirosos. Timadores.

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