A nuestro Gobierno le quedan dos años para voltear una situación que, por presiones externas, se les ha puesto muy cuesta arriba. Necesitan ganar votos, necesitan anquilosar sus traseros en sus privilegiadas atalayas, y que nadie dude de que van a hacer lo que sea necesario para ello.
Mentirán. Manipularán datos. Harán ver que lo negro es blanco.
Alguien dirá que un dato es un dato y no se puede manipular. Claro que se puede. Si desde Europa nos han impuesto un objetivo de déficit y no se va a cumplir, basta con retrasar ciertos pagos, eliminar funcionariado, privatizar por aquí un poco y por allá un mucho, recortar pagas y extras y voilá, ya tenemos un 1% menos de déficit.
El objetivo, una vez que se tiene a la sociedad de uñas, es voltear la situación. La próxima estrategia consistirá en anunciar recuperación. Como el déficit va por buen camino a costa del sufrimiento ciudadano, los mercados andan relajados y nuestra prima de riesgo sigue siendo estable (a día de hoy 228 puntos básicos. Alta, pero estable).
Poco a poco irán anunciando bajadas de impuestos, a pesar de que en Europa han dicho que de eso nada. ¿Cómo lo harán, pues? Bajando los impuestos directos y subiendo los indirectos. En lenguaje llano, se les llenará la boca con la bajada de ciertos impuestos a la renta, y subirán el del tabaco (argumentando que fumar mata y bla, bla, bla), el del combustible (a pesar de que se prevé que el precio del crudo va a caer) y el de los productos básicos (haciéndonos ver que sólo nos equiparamos a Europa).
Las cifras de paro mejorarán. No podían ir peor, claro. Lo que no dirán es que muchos de los que ya no están parados es porque se han ido al extranjero (es escalofriante la cifra de emigrantes del primer semestre del 2013) o tienen unos contratos muy precarios, de menos de un mes, gracias a la reforma laboral que se han cuajado.
Para evitar que las bestias políticas que más se han desgastado en esta legislatura (Wert, Montoro...) resten votos gracias a la antipatía natural y merecida que provocan, estos anunciarán su retirada del cargo poco antes de acabar el mandato y se presentarán nuevas caras que sonreirán y ofrecerán amor al pueblo. A los nombrados antes los colocarán en puestos alejados de la política nacional. Yo apuesto por el Parlamento Europeo. En caso de que se retiren de la política, una gran empresa les ofrecerá un contrato millonario e irresistible.
Y ya que hablamos de empresas, hablemos de financiación. La historia sigue igual y no ha cambiado desde los tiempos de Bárcenas. Cada vez que se privatiza algo, decenas de grandes empresas se benefician de ello. Este mercado tendrá que demostrar su gratitud, aunque las oscuras formas en que lo hará me son completamente ajenas. Que cada cual le eche imaginación. Hospitales privados, blanqueadores de dinero, compradores de viviendas sociales, empresas de seguridad..., todos tienen mucho que agradecer al actual Gobierno.
Como diría Rhett Butler, el antihéroe de la novela de Margaret Mitchell (y permitidme no parafrasearlo exactamente), en una guerra pierden casi todos mientras que unos pocos se enriquecen.
Y esto que nos está pasando, estimados amigos, no es más que una guerra en la que sólo se pegan los tiros desde un lado.
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