lunes, 18 de febrero de 2008

La muerte, según Quevedo

Miré los muros de la Patria mía,
si un tiempo fuertes, ya desmoronados,
de la carrera de la edad cansados,
por quien caduca ya su valentía.

Salíme al campo, vi que el sol bebía
los arroyos del hielo desatados,
y del monte quejosos los ganados,
que con sombras hurtó su luz al día.

Entré en mi casa; vi que, amancillada,
de anciana habitación era despojos;
mi báculo más corvo y menos fuerte.

Vencida de la edad sentí mi espada,
y no hallé cosa en que poner los ojos
que no fuese recuerdo de la muerte.
Francisco de Quevedo

7 comentarios:

irene dijo...

¡Vaya susto con la foto!, el poema es muy bonito, aunque el tema sea la muerte.
Un abrazo.

Manuel Amaro dijo...

Irene: Quevedo sabe hacer que la muerte parezca noble y bella.

Patricia Cruzat Rojas dijo...

Sí? La muerte,
noble y bella....
me gustan esas dos palabras juntas...
ojalá algún dia las pueda asociar también a la muerte.
besos

Manuel Amaro dijo...

Patricia: no es necesario darle calificativos a la muerte. Algún día sucederá y ya está. Es un acto de fe querer pensar en que es noble y bella. Como diría nuestro amigo común Pedro J., se trata de una elección.
Un abrazo!

Pedro Jorge dijo...

Amigo Amaro:

BURLA DE LOS ERUDITOS DE EMBELECO,
QUE ENAMORAN A FEAS CULTAS

Muy discretas y muy feas,
mala cara y buen lenguaje,
pidan cátedra y no coche,
tengan oyente y no amante.
No las den sino atención,
por más que pidan y parlen,
y las joyas y el dinero,
para las tontas se guarde.
Al que sabia y fea busca,
el Señor se la depare:
a malos conceptos muera,
malos equívocos pase.
Aunque a su lado la tenga,
y aunque más favor alcance,
un catedrático goza,
y a Pitágoras en carnes.
Muy docta lujuria tiene,
muy sabios pecados hace,
gran cosa será de ver
cuando a Platón requebrare.
En vez de una cara hermosa,
una noche, y una tarde,
¿qué gustos darán a un hombre
dos cláusulas elegantes?
¿Qué gracia puede tener
mujer con fondos de fraile,
que de sermones y chismes,
sus razonamientos hace?
Quien deja lindas por necias,
y busca feas que hablen,
por sabias, como las zorras,
por simples deje las aves.
Filósofos amarillos
con barbas de colegiales,
o duende dama pretenda,
que se escuche, no ose halle.
Échese luego a dormir
entre bártulos y abades,
y amanecerá abrazado
de Zenón y de Cleantes.
Que yo para mi traer,
en tanto que argumentaren
los cultos con sus arpías,
algo buscaré que palpe.

F. De Quevedo

Manuel Amaro dijo...

Pedro: jajaja, me quedo con el último párrafo. Este Quevedo tenía guasa. "Que yo para mi traer,
en tanto que argumentaren
los cultos con sus arpías,
algo buscaré que palpe."
Pues nada, a palpar.

Anónimo dijo...

la poesía muy bonita