lunes, 8 de febrero de 2010

¿Evolución o nadar contra la corriente?

Me encuentro hoy al leer el maravilloso blog de mi amiga Mery, una entrada basada en una polémica frase de Moliere:
"La gran ambición de las mujeres es inspirar amor".
...
Minuto de silencio.
...
Reflexión.
...
Me gustaría contrarrestrar con otra frase demoledora e igualmente polémica:

"La mayor ambición de un hombre es esparcir su semilla tanto como pueda".

(No sé si la frase tiene dueño. Sólo sé que hace tiempo la estuve discutiendo con mi amigo Miguel Angel, así que si no tiene dueño, se la adjudico a él).
...
Minuto de silencio.
...
Reflexión.
Sí que es verdad que las mujeres son coquetas, y también se oye por ahí decir que los tíos somos infieles, pero si se mira con cierta perspectiva, ser promiscuo es una característica típica y natural de los machos de casi todas las especies animales.
De cualquier forma, me resulta harto chocante decir que "LA GRAN AMBICIÓN de las mujeres es inspirar amor", pues no creo que todas las mujeres ambicionen eso por encima de todas las cosas. Mi pregunta es: ¿No lo ambicionan porque en la evolución natural hemos nadado contra corriente y nos hemos alejado de nuestra genética animal?
Lo mismo nos pasa a los chicos. ¿Somos monógamos porque vivimos en una sociedad monógama?
Ánimo, valientes. A ver quién se atreve a opinar.
Cuidado si eres hombre: digas lo que digas, será malo.


4 comentarios:

Kim Basinguer dijo...

La frase es bonita y suena bien, pero ambición es otra cosa, a lo mejor ser feliz, si me apuras.
A mi me gustaria mas inspirar otras cosas.

Mery dijo...

Me encanta que seas valiente (y gracias por citarme en tu entrada).

Estoy de acuerdo con tu frase sobre la semillita del hombre esparcida por doquier.
Creo que al fin y al cabo somos animales y por ello tenemos un instinto (ya muy recóndito) de perpetuar la especie. La hembras nos acicalamos para atraer (las mujeres no tenemos celo, así que usamos carmín, tacones, etc). Los machos tienen que fecundar a diestro y siniestro y, como en el caso de los hombres no detectan el celo femenino, se ven atraídos por los tacones, una caída de pestañas, etc.
Pero claro, esto ya es pura antropología, y me recuerda aquel libro de los años 70 titulado El Mono Desnudo, de Desmond Morris.
Este asunto daría para mucha tela marinera.
Un beso, estupenda entrada para la reflexión y la discusión. Y nada de sentirse ofendido o molesto.

irene dijo...

Creo que todos, todas, en el fondo, tenemos nuestra coquetería y el deseo de gustar y ser queridos. Y, ¿por qué no?, puede ser una de nuestras ambiciones, aunque no la única, seguro, sería demasiado triste y frustrante, sobre todo para los más fe@s, jajaja.
Anda que la ambición de los hombres..., ¿y qué harán si todas las semillitas dan fruto?
A ver si hay algún valiente que se atreva a opinar.
Un beso, precioso.

Manuel Amaro dijo...

Kim... ¿cómo qué? Mójate!!!

Mery... De nada. Sí que somos animales, aunque unos más que otros.

Irene... si todas las semillas dan fruto, que sobreviva el más fuerte.