jueves, 16 de febrero de 2012

INVENTOS CHORRAS QUE HAN HECHO RICOS A SUS INVENTORES

Corrían los primeros años de este nuevo siglo que nos habían vendido como el siglo de los robots, del bienestar y de las naves espaciales, y que ha acabado siendo el siglo de los robos, de la involución y de las naves embargadas. Iba yo camino de la biblioteca de la universidad con mi buen amigo D., un día precioso y soleado de estos en los que podrías hacer mil cosas diferentes a estudiar oposiciones, ahogando las penas y bromeando acerca de lo que haríamos en el caso de que no tuviésemos suerte con los exámenes. Él afirmaba que lo suyo sería ponerse junto a un paso de peatones, hacernos los despistados, esperar a que un coche pasara con cierta velocidad, y entonces tirarnos encima. Con suerte sería solo una pierna, un brazo y varias costillas rotas a cambio de una indemnización que nos permitiera subsistir los dos años que faltarían para queconvocasen nuevas oposiciones. Con mala suerte, nos quedaríamos tontitos y cobraríamos de por vida. Ante la posibilidad de que el conductor nos atropellara, nos dejara lisiados y se diera a la fuga, descartamos tal posibilidad y mantuvimos silencio hasta que se nos ocurrió otra idea infalible: inventar algo estúpido que no se le hubiera ocurrido a nadie. Un tipo pensó un día que ponerle un palito al caramelo podría molar, y más si lo llamaba chupa chups, y se forró. Otro hizo lo mismo pero con un trapo, y lo llamó fregona. Un estudiante sin recursos pensó que si llamaba a una página "the million dollar page", y cobraba un dólar por poner publicidad en cada uno de los píxeles que formaban la página (por supuesto, había un millón de píxeles), podría sacar un millón de dólares. Dicho y hecho.
Total, que nos dedicamos unos minutos a estrujarnos el cerebro en busca de una idea.
Al final, nuestra escasa creatividad hizo que llegáramos a la biblioteca, sacáramos los apuntes y siguiéramos estudiando, creyendo que estaba todo inventado.
Pero no.
Los chinos han acabado inventando lo que nosotros no pudimos: un kit para recuperar la virginidad (sin coser ni intervenir), sólo apto para chicas. Se trata de una bolsita de celulosa soluble que se hay que meter por ahí y pegar en la pared interior del mismo minutos antes de echar un casquetillo. Si la chica ha hecho bien sus deberes, la minúscula bolsa se romperá mientras se realiza el acto de rascación interna, produciendo un ligero y ficticio sangrado que hará las delicias de todo marido exigente o bien de todo putero que pague diez veces más por montárselo con una virgen.
Al final me saqué las oposiciones, pero aquel sueño de hacerme rico frotándome la entrepierna sigue presente. El "virgador" (kit de la virginidad es un nombre que no vende) ya está inventado, pero que yo sepa aún no se ha comercializado en España. Aún puedo cumplir mi sueño y comprar la patente para distribuirla en España, Bulgaria y Rumanía, lugares en los que las féminas de cierta etnia me pagarían el oro y el moro por este genial invento. Imaginad, chicas de la no citada etnia: ya podéis practicar el baile del loco incansable tantas veces como queráis, que en el día de vuestra boda vais a parecer inocentes cual gacelillas sin destetar.
Y respecto a mí, por fin ha llegado el momento de forrarme. Por suerte este blog no lo lee casi nadie y mi secreto está a salvo el tiempo suficiente como para contactar con los chinos y hacerles una oferta.
Juas, juas, juas.

3 comentarios:

los lunes dijo...

Se lee más de lo que parece, no se minusvalore usted.

Manuel Amaro dijo...

No me digas eso, que entonces a tomar por saco el negocio.

Mery dijo...

Porque es sábado por la noche y está todo cerrado, que si no me íba echando chispas a patentarlo.
¡Andate con ojo!

(Vaya guasa se trae el andalú de Jaén)
Un beso