martes, 27 de marzo de 2012

EL PIANISTA, DE ROMAN POLANSKI: SHAKESPEARE Y CHOPIN PARA CURAR LAS HERIDAS

Mis alumnos no habían oído hablar del Holocausto judío, y de Hitler sólo sabían que había sido alguien muy malo (vamos, estaba a la altura Darth Vader y Zapatero)
Saltándome todo lo saltable y dando ejemplo de mala praxis, he pensado que para acabar el trimestre podía recompensar sus esfuerzos y buenos resultados poniéndoles una película que nada tenía que ver con nuestra materia. Teniendo para elegir "La vida es Bella", "La lista de Schindler" o "El pianista", finalmente me he decantado por esta última  por la belleza que esconde dentro de la propia crudeza. Otro factor importante para elegirla es que me recuerda mucho a uno de mis novelas gráficas favoritas: "Maus", de Art Spiegelman.
Como era de esperar, la película los ha absorbido, y lo que ha comenzado siendo horror ajeno (el horror que se siente al ver ficción) poco a poco se ha ido transformando en angustia real a medida que han ido tomando conciencia del carácter casi documental del film.
Por ahora ya tienen nociones de lo que ocurrió, y con esto me conformo. Para otro día, pretendo aprovechar el impacto causado para colarles a Chopin y a Shakespeare.
Este monólogo lo recita Shylock en "El mercader de Venecia", de W. Shakespeare:
“Soy un judío”. ¿Es que un judío no tiene ojos? ¿Es que un judío no tiene manos, órganos, proporciones, sentidos, afectos, pasiones? ¿Es que no se alimenta de la misma comida, herido por las mismas armas, sujeto a las mismas enfermedades, curado por los mismos medios, calentado y enfriado por el mismo verano y por el mismo invierno que un cristiano? Si nos pincháis, ¿no sangramos? Si nos haceis cosquillas, ¿no nos reímos?, Si nos envenenáis, ¿no nos morimos? Y si nos ultrajáis, ¿no nos vengaremos?"
En la película, cita el hermano del protagonista con un libro en la mano, estando a la espera de uno de los trenes de la muerte y cambiando las preguntas por afirmaciones, lo cual denota pérdida de toda esperanza:
"Si nos pincháis, no sangramos
 Si nos haceis cosquillas, no nos reímos, 
Si nos envenenáis, no nos morimos
Y si nos ultrajáis, no nos vengaremos"
En un momento clave, mucho más avanzada la película, un oficial alemán obliga a tocar a Szpilman (a propósito, es un personaje real, y la película está basada en su libro de memorias). Tras varios años sin hacerlo y al límite de sus fuerzas, el pianista se atreve con la Balada nº1 Op.23 en sol menor, de Chopin. 
Y si suena Chopin, yo callo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Sr.Amaro: Gracias,gracias...aunque sin saberlo me ha dado en lo más sensible. Aparte de la belleza de esta OBRA, que por sí ya las merece, me ha conmovido muchísimo por que me ha recordado a mi padre; de Chopin esta obra era su preferida y parece que lo estoy viendo y escuchando cuando la tocaba.
Respecto a la película no tengo mas que alabanzas, es una parte fiel de lo que ocurrió, y el capitán alemán demostró su sensibilidad y amor a la MÚSICA, el no era un nazi, símplemente la vorágine de esa guerra lo envolvió y se limitaba a cumplir con su deber militar y no a perseguir judíos. J.L.

Manuel Amaro dijo...

Me alegra saber que he evocado semejantes recuerdos.