lunes, 17 de diciembre de 2012

CONTEXTO DE "EL LATIDO DE OLIMPIA".

"-Porque la vida en Olimpia dependía de la magia de los Grandes Señores. Todo lo movía la magia, y ningún ser había sentido la necesidad de pelear por encontrar comida, de establecer un sistema de comercio justo o de crear unas normas que asegurasen la paz y la convivencia. El clima era siempre el adecuado, los alimentos crecían salvaje y abundantemente engordados por las dosis exactas de sol y lluvia. Nadie se atrevía a desear los bienes ajenos, pues los Grandes Señores tenían ojos que todo lo veían, y su juicio era siempre justo e inapelable. Pero entonces, tras el abandono, nuestro mundo se encontró con millones de hijos recién nacidos sin un padre que los guiase, y aquí empezó este lento principio del fin."
(...)
"Cuando abandonaron Olimpia, a los Grandes Señores les hubiera resultado harto difícil aniquilar todo lo que habían creado. Lo podrían haber hecho, créeme, pero les habría supuesto un duro trabajo que ni siquiera les valió la pena emprender. En vez de eso, nos dejaron a nuestra propia suerte, bloquearon las puertas a Midgard y las dejaron custodiadas por horribles demonios cautivos de por vida por sus malos actos. Los pequeños demonios fueron liberados y esparcidos por nuestro mundo con el fin de que ellos fuesen los encargados de, poco a poco, acabar con todas las criaturas que aquí habitaban."
(...)
"El mundo quedó huérfano, y las razas se dividieron. En las primeras décadas, centenares de razas pacíficas y débiles fueron aniquiladas por la fuerza de vecinos que desde siempre habían convivido a escasos kilómetros.
La destrucción iba a ser total, y en ella ni siquiera habrían de intervenir los pequeños demonios que habitaban entre nosotros para hostigarnos. En cuanto escaseó el alimento, la locura fue generalizada y nació un marcado ímpetu por poseer y atesorar las tierras y bienes ajenos, aun a costa de las vidas de sus antiguos poseedores. Y entonces fue cuando un sucesor mortal del gran dios Baldur se erigió en el primer Semidiós
blanco que, secundado por la fuerza de los jotun, fue reclutando un ejército cuya finalidad era la de dominar la tierra. Balder I pensó que la dominación era el único camino hacia la seguridad, y que tras sentirse seguros comenzaría un período de estabilidad y reconstrucción entre los autodenominados seguidores blancos. Pero no contó con el hecho de que en las tierras del norte un caudillo llamado Mirlam Khun creaba un ejército temible abanderado por una oscura y poderosa raza de animales horribles con cuerpos semietéreos conocida como los jinn. Muy pronto el ejército blanco tuvo noticias del poderoso ejército de Mirlam Khun y de cómo su paso por el mundo sólo ofrecía dos alternativas a los pueblos que conquistaba: la muerte o la sumisión. Muchas aldeas quedaron reducidas a cenizas, con lo que a los hombres de Khun se les empezó a dar el sobrenombre de soldados grises. Grandes guerras se libraron en el mundo para conseguir el dominio, hasta que finalmente los señores de ambos bandos comprendieron que aquella igualdad sólo llevaría a la aniquilación total. En un territorio neutro cercano a esta ciudad, los líderes negociaron una tregua en la que todas las tierras se repartirían de forma equitativa entre el Semidiós blanco y el temible psicomante Mirlam Khun. Desde entonces, muchos siglos han pasado y el equilibrio siempre había sido respetado hasta que tu observador blanco acabó en tu mundo con la vida de un parásito gris."

Fragmento del capítulo IV de "El latido de Olimpia"

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